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Para que no les quieran contar la historia de otra manera, esto fue lo que realmente pasó:
1.- Desde la campaña, el actual gobierno envió mensajes a los migrantes centroamericanos en el sentido de que México sería un “santuario” para ellos. Incluso les ofreció visas de trabajo.
1.- Desde la campaña, el actual gobierno envió mensajes a los migrantes centroamericanos en el sentido de que México sería un “santuario” para ellos. Incluso les ofreció visas de trabajo.
2.- El crecimiento del flujo de migrantes comenzó a ser utilizado por Trump para hacer política. Amenazó varias veces con cerrar la frontera, aumentó el número de agentes migratorios, los reforzó con soldados, mandó colocar alambre de púas e incluso cerró carriles de las garitas
Ninguno de estos mensajes reiterados de Trump fue atendido por el gobierno mexicano. Siguió dejando pasar a los migrantes. Se saturaron las estaciones migratorias. Y muchos de los migrantes se violentaron en medio del caos.
Hubo conversaciones discretas entre los gobiernos de México y Estados Unidos. Los mexicanos prometieron ponerse las pilas y comenzaron a realizar deportaciones pero esto no fue suficiente ni satisfacía a Trump, que siguió aprovechando la situación.
Para Trump, esto siempre fue un tema para impulsar su reelección. Recuerden que cerró el gobierno durante más de un mes para obtener recursos para el muro. Y no ha dejado de acusar a los Demócratas de ser indolentes con la migración indocumentada.
Las cifras de detenidos en la frontera sur de Estados Unidos no dejaron de crecer. México ya había dejado de hablar de ser un “santuario” de migrantes pero el flujo seguía subiendo. Éste año han entrado entre 500 mil y 700 mil migrantes indocumentados, tratando de llegar a EEUU.
El jueves 30, Trump dijo que haría un “anuncio importante” sobre la frontera. Amenazó con los aranceles. El Presidente López Obrador le mandó una carta diciendo que no era timorato e instruyó a Marcelo Ebrard a viajar de inmediato a Washington.
Ebrard llegó el fin de semana a Washington, donde tuvo que esperar a que Mike Pompeo regresara de la gira europea de Donald Trump. Cuatro días después, por fin recibieron a la delegación mexicana, que iba preparada a hablar de comercio, no de migración. Nadie de Segob viajó allá.
Durante el encuentro en Washington, la delegación mexicana aceptó algo que dijo que no aceptaría: unir los temas de comercio y migración. Recuérdese que el día que Trump hizo su anuncio, el gobierno mexicano acababa de enviar el TMEC al Senado para su ratificación.
Washington se salió con la suya. Sacó del gobienro mexicano el compromiso de aplicar su propia ley migratoria, algo que México debió haber hecho por cuenta propia. El gobierno mexicano tuvo que ceder y ya no lo oirán hablar más sobre “santuarios” para migrantes.
Trump además presumió que sacó el acuerdo de que México comprará más productos agrícolas estadunidenses, además de atender las preocupaciones de Washington sobre los flujos migratorios.
La victoria es de Trump. Logro lo que quería. México se salvó (nos salvamos todos los mexicanos) de la imposición de aranceles, lo cual habría sido un desastre, considerando que la economía ya está empantanada por la cancelación del aeropuerto de Texcoco y el manejo de Pemex.
Como bien dijo Jesús Seade, vimos de cerca otro camino (un camino al abismo, digo yo). Es bueno que México se haya salvado de los aranceles y que haya cambiado una política migratoria desastrosa. Ojalá se aprenda la lección de no pelearse con la realidad.
El problema con Estados Unidos no ha desaparecido. Se revisarán (es decir, nos revisarán) las acciones comprometidas en 90 días. Recuerden, es Trump: rompe todas las reglas y acuerdos. Volveremos a saber de él, seguramente.
