Thread by @EstoEsArgos

“No solo hemos encontrado allí la razón para vivir mas alegremente, sino también la razón para morir con mayor esperanza.”

Así se refería nada menos que Cicerón sobre los Misterios de Eleusis.

Hablemos de los más famosos ritos de la antigua Grecia.
#Dodecateismo
#CoHe

En esta serie de hilo trataremos tanto los Misterios Menores como los Mayores, su mitología, liturgia e historia. Por tanto lo separaré en 3 partes:
✓Etimología y mitología.
✓Misterios Menores: origen y celebración.
✓Misterios Mayores: historia y ceremonia.

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Etimología 📜

Los griegos conocían a estos ritos sagrados con el nombre de Ἐλευσίνια Μυστήρια (Misterios Eleusinos), y los dividieron en τὰ Μικρά (los Menores) y τὰ Μεγάλα (los Mayores).

Ahora bien, ¿de dónde viene la palabra «misterio»?

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Μυστήρια es el plural de μυστήριον (algo arcano, secreto) que deriva de μύστης (persona iniciada en cosas ocultas), y este del verbo μύω (cerrar los ojos y la boca, en el sentido de no revelar nada). Por tanto misterio es literalmente «lo que pertenece a los que callan».

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Por otra parte, el nombre de Ἐλευσίς (la comarca de Eleusis) viene de ἔλευσις (venida, advenimiento, aparición), que deriva de ἐλεύσομαι, futuro indicativo del verbo ἔρχομαι (venir, llegar).

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Origen ⭕

Según el Himno Homérico a Deméter, estos rituales tienen su origen en el mito del Rapto de Perséfone. De acuerdo con la tradición, esta doncella, hija de Zeus y Deméter, recogía flores en un campo junto con algunas ninfas u oceánides todo ocurrió.

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Hades, rey del inframundo, surgió en su carro de una grieta en la tierra y secuestró a Perséfone —que por entonces solo se llamaba Core, la «doncella»—. La hija de Deméter gritó pidiendo auxilio pero nadie pudo ver lo que había pasado, ni siquiera sus compañeras.

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Hades se la llevó al mundo de las sombras, bajo tierra, ocultándola. Deméter buscó con desesperación a su hija sin poder siquiera dar con algún indicio. Recurrió a dioses y hombres pero nadie sabía nada, ni siquiera Zeus.

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Hasta que una diosa que no pertenecía al Panteón Olímpico, Hécate, le recomendó que acudiera a Helios, el sol, que todo lo ve —incluso al invisible de Hades—. Deméter así lo hizo y el titán del sol le reveló quién había sido el culpable de la desaparición de Core.

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Deméter acudió a Zeus para exigir la devolución de Core, pero no queriendo enemistarse con su hermano, el rey de los dioses se negó. Deméter pasó de la desesperación a la ira, y de la ira a una profunda tristeza. Jamás volvería a ver a su amada hija.

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Que Core haya sido secuestrada por el señor de los muertos y llevada a su reino bajo tierra no significaba otra cosa que la muerte de Core. Deméter estaba desolada como toda madre que sabe muerto a su hijo. Su dolor, el dolor más sincero, se propagó por el mundo.

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Deméter, diosa de los cultivos, desatendió sus deberes divinos y la tierra dejó de dar frutos. Hombres y animales morían de hambre, los suelos se secaban y agrietaban por más lluvia que Zeus enviara. Reyes y mendigos morían por igual, y madres mataban a sus hijos por piedad.

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Los dioses no pudieron soportar tanto dolor y trataron de persuadirla para que se resignara, pero Deméter solo quería a su hija de vuelta. Sabía que solo Zeus podía traerla de regreso de la «muerte». Si el mundo debía pagar por su injusticia, que así fuera.

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La situación llegó a tal extremo que Zeus tuvo que ceder y envió a Hermes al inframundo para exigir la inmediata devolución de Core. Hades no puso reparos pero tampoco era un iluso. Le entregó a Core unos granos de granada como símbolo de despedida y la dejó partir.

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Core, en su inocencia, comió los granos de la fruta —dependiendo de la tradición, fueron 3, 4 o 6 granos—. Hades contaba con ello, pues quien prueba el alimento de los muertos forzosamente debe regresar al mundo inferior.

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Cuando Hermes regresó con Core al mundo superior, encontró a Deméter en la ciudad de Eleusis. Allí madre e hija se unieron en conmovedor abrazo. Pero Deméter vio los granos que Core no había comido y le preguntó si los había probado. Core le dijo la verdad.

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Deméter volvió a desesperar: su hija tendría que regresar con los muertos. Su reencuentro solo había sido para que se despidiera. Cuando Core sintió los inevitables impulsos de volver a las sombras, Deméter amenazó con destruir la vida sobre la Tierra.

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Pero esta vez Zeus intervino y mediando entre ambas partes —Hades y Deméter— decidió que Core pasaría tantos meses en el inframundo como granos de granada había comido. Deméter debió aceptar, pues era mejor tener a su hija ⅔ partes del año que nunca.

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De esta forma, cuando Core desciende al mundo de los muertos y pasa a ser conocida como Perséfone, «la que destruye —o trae— la muerte», su madre entristece y los suelos dejan de dar frutos y cereales. Y cuando regresa a su lado, la vegetación vuelve a florecer.

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Este ciclo explica no la dualidad invierno/primavera como muchos creen, sino la época de sequía cuando Perséfone «no está» y la de siembra y cosecha cuando «permanece junto a su madre». A veces el ciclo invierno-sequía podía coincidir, pero no era habitual en Grecia.

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Ahora bien, este mito, sin duda el más profundo, significativo y conmovedor de toda la mitología griega, estaría incompleto si no hablamos de lo sucedido en Eleusis cuando Deméter aún buscaba a su hija y no sabía dónde estaba. Lo resumiré pues es un mito muy extenso.

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Deméter acudía a las ciudades de los hombres por si estos sabían algo de su hija. Como no podía presentarse como diosa solía disfrazarse de anciana. Cuando apareció en Eleusis bajo esta forma, reinaba Celeo.

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Ni bien llegó a palacio se le dio de beber ciceón, un brebaje a base de agua, poleo y harina de cebada. Y como se la veía tan triste, una anciana llamada Baubo trato de animar la diciendo obscenidades y fingiendo un parto. Deméter, por primera vez en mucho tiempo, se rió.

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Celeo tenía muchos hijos, entre los cuales estaba Triptólemo. Ya volveremos a él más abajo. La esposa del rey le ofreció a Deméter trabajo de nodriza para que cuidara al más pequeño de sus hijos, Demofonte. La diosa, siempre disfrazada, aceptó el empleo.

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Dolida por haber perdido a su única hija, Deméter cuidó del niño como si fuera propio. Pero había un problema: era mortal, así que la diosa decidió volverlo un ser imperecedero. Todas las noches lo ungía con ambrosía y lo ponía sobre las llamas para quemar su esencia mortal.

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Demofonte crecía con rapidez y era cada vez más alto y fuerte que los demás niños. Esto intrigó a su madre, Metanira, que una noche decidió espiar a la nodriza para ver qué hacía con él. Cuando vio que Deméter ponía a Demofonte en las llamas gritó e interrumpió a la diosa.

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Dicha interrupción arruinó el proceso que haría inmortal a Demofonte. Deméter, enfurecida, se presentó tal como era, una diosa, ante Metanira y todos los que acudieron por su grito. No habiendo nada que pudiera hacer, se fue de palacio.

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Pero Deméter estaría unida por siempre a Eleusis. Después de haberse reencontrado con Perséfone y decidirse que esta pasaría un ⅓ del año con Hades, Deméter le pidió a Celeo que fundara unos rituales secretos que enseñaran a los iniciados el misterio de la vida y la muerte.

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Celeo así lo hizo, se volvió el primer Hierofante e instauró los sagrados Misterios de Eleusis. Por su parte, Triptólemo, por pedido de ambas diosas, recorrió el mundo para enseñar la agricultura a los pueblos que no la conocían e iniciarlos en los Misterios.

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Hasta aquí este mito –y la primera de las 3 partes en que dividí este tema— que dio origen a la celebración de los Misterios Mayores.

Los Menores, que no son sino un rito de preparación para los Mayores, tienen su propio mito de origen. Lo trataremos en el siguiente hilo.

Aquí el enlace a la 2ª parte >

https://twitter.com/EstoEsArgos/status/1172622943622504449?s=19