Se descompone y tarda un tiempo en volver a formarse.
Por eso, si nos exponemos a la luz, la rodopsina se desintegra y, cuando la apagamos, necesitamos un ratito para poder empezar a distinguir formas en la oscuridad.
No hay suficiente 11-cis-retinal para formar rodopsina y aparecen defectos oculares, como la incapacidad de ver con luz tenue o ceguera nocturna.
Además, cuando nuestro cuerpo tiene suficientes reservas, la conversión de los carotenos en retinol se hace más lenta.
Aunque el mito les haya servido a los ingleses para mantener sus radares en secreto.
Esto fue #ContemosHistorias.