Si les pregunto qué habilidad distingue a los humanos de los demás animales, ¿qué dirían? Pensar, ¿verdad? Si bien es cierto que, comparado con el resto animales, los humanos destacamos por nuestra capacidad de pensar, en realidad no es algo que se nos dé muy bien. Dentro hilo.
Tratemos de resolver un sencillo problema (no cuenta si ya lo conocían): «El médico me ha recetado 2 pastillas del medicamento A y 2 del B. Debo tomar una de cada a las 8h y a las 16h. Pero las pastillas son iguales y las he mezclado. ¿Cómo consigo seguir las indicaciones ahora?»
Incluso para resolver un problema tan sencillo como este, nuestro cerebro es lento. Además, el proceso resulta costoso (no nos viene la solución a la mente de forma espontánea), no siempre damos con la solución y, si lo hacemos, con frecuencia erramos.
(Por cierto, la solución consiste en partir todas las pastillas por la mitad y tomarse una mitad de cada una a las 8h, y la otra mitad a las 16h.)
Sin duda, la capacidad de pensar es un hito evolutivo de nuestro cerebro nada desdeñable. Gracias a él nos hemos convertido en la especie "dominante" del planeta (para bien o para mal). Pensar nos permite enfrentarnos a situaciones novedosas y salir más o menos airosos.
No obstante, aunque nuestro cerebro es un órgano increíble, pensar no es su fuerte. De hecho, aquello que mejor hace es regular nuestro organismo, así como permitirnos ver como vemos y coordinar nuestros movimientos como lo hacemos, para relacionarnos con nuestro entorno.
No en vano, gran parte de nuestro cerebro está plenamente dedicado a dichas tareas. Y no es para menos: solo hay q pensar en el tiempo y esfuerzo q está llevando a los mejores ingenieros del mundo construir robots capaces de subir escaleras o moverse por terrenos accidentados.
En definitiva, aunque podamos creer lo contrario, no somos unos portentos pensando: pensar es costoso, lleva tiempo y con frecuencia nos conduce a conclusiones erróneas (Willingham 2009).
Por ejemplo, ¿cuántas veces el lector se ha encontrado en una situación nueva e inesperada (ej. un encontronazo con otra persona por la calle) y unos minutos después del episodio se le han ocurrido formas mucho mejores de haber resuelto la situación?
Es más, en muchas situaciones, nuestra capacidad de razonar se ve nublada por otros sistemas de respuesta que a lo largo de la evolución se han conservado supuestamente por ser más eficaces que ponerse a pensar sobre qué hacer ante una situación determinada.
Afortunadamente, el raciocinio tiene un gran aliado: la memoria. La memoria humana es otro hito de nuestro cerebro y lo cierto es que, en general, se nos da mucho mejor que pensar. Recordar es una forma mucho más sencilla, rápida y efectiva de resolver un problema.
Así, si les pregunto otra vez cómo resolver el problema de las pastillas anterior, ahora les resultará más fácil. Solo tienen que recuperar la solución de la memoria, lo cual no es tan costoso y resulta bastante fiable.
De hecho, si usted ya conocía el problema (o problemas análogos) antes de leer este hilo, seguro que no le habrá costado demasiado resolverlo desde el principio. Pero piense en la primera vez que se lo plantearon...
En fin, la forma más eficaz de resolver un problema es haberlo resuelto ya. Y cuando resolver un problema rápida y oportunamente es una cuestión de supervivencia, la diferencia es importante. Quizás por eso nuestro cerebro recuerda mejor aquello sobre lo q pensamos más tiempo.
En efecto, de alguna forma el cerebro parece dar prioridad a aquellas cosas sobre las q más reflexionamos. Si pensamos tanto en ellas es q deben ser importantes, y lo más oportuno será recordar cómo resolverlas rápida y eficazmente la próxima vez sin q haga falta pensar de nuevo.
Imagínense cómo sería la vida si cada vez que nos enfrentáramos a un problema (que podría ser tan tonto como abrir una puerta), nos tuviéramos que poner a pensar sobre cómo hacerlo. Se nos iría la vida pensando...
Por todo ello, pensar sobre lo que aprendemos, tratar de explicarlo con nuestras palabras, aplicarlo en nuevos contextos, etc. son formas de conseguir aprendizajes más duraderos y flexibles. Porque como dice Como dice D. Willingham, la memoria es el residuo del pensamiento.
Pensar nos obliga a conectar lo que ya sabemos con lo que estamos aprendiendo, y como ya saben ustedes, eso es lo que debe ocurrir para que se produzca el aprendizaje. Por eso dar sentido a lo que aprendemos ayuda a consolidarlo (Craik y Lockhart, 1972).
En definitiva, si queremos ayudar a los alumnos a aprender mejor, debemos conducirles a pensar sobre lo que aprenden con actividades que lo promuevan. Esta puede ser una diferencia clave entre enseñar y ayudar a aprender.
De hecho, esta es la base del llamado «aprendizaje activo». A diferencia de lo q muchos creen, el aprendizaje activo no consiste en q los alumnos estén "físicamente activos", sino "cognitivamente activos": pensando sobre aquello que escuchan, leen, observan o hacen (Prince 2004).
Y puesto q eso no es algo q hagan todos espontáneamente en clase, la enseñanza q fomenta el aprendizaje activo es la q incluye actividades q garanticen q los alumnos reflexionarán sobre lo que aprenden, tratarán de darle sentido y lo emplearán para sus propósitos. FIN.
Referencias:
Craik, F. I. M., y Lockhart, R. S. (1972). Levels of processing: a framework for memory research. Journal of Verbal Learning and Verbal Behavior, 11(6), 671-684.
Craik, F. I. M., y Lockhart, R. S. (1972). Levels of processing: a framework for memory research. Journal of Verbal Learning and Verbal Behavior, 11(6), 671-684.
Prince, M. (2004). Does active learning work? A review of the research. Journal of Engineering Education, 93(3), 223-231.
Willingham, D. T. (2009). Why don’t students like school? Jossey-Bass.
Willingham, D. T. (2009). Why don’t students like school? Jossey-Bass.
