Ante el debate sobre la realidad de la escuela actual y la necesidad de educar al alumnado que afrontamos, no me resisto a copiar algunos párrafos de "La tercera revolución educativa", de José M. Esteve. Sus palabras merecen mucha más atención que las mías. Abro hilo (pág. 61):
"... para hacer frente a estos nuevos problemas derivados de la extensión de la educación obligatoria, necesitamos reorganizar los sistemas de trabajo de nuestros profesores con nuevos parámetros y modificar su formación inicial con nuevos programas que respondan al nuevo perfil
de profesores, más centrados en la tarea de educar y más ligados a la idea de generar una cultura general, con una clara ruptura del modelo tradicional de profesor de secundaria centrado en los contenidos académicos que daban acceso a la enseñanza universitaria (Helsby, 1999).
Y aquí aparece un problema de identidad profesional:muchos de nuestros profesores de secundaria, formados en las facultades de ciencias y letras, rechazan el papel de educador para el que no se les ha formado y que no saben cómo afrontar,y se resisten a modificar sus estrategias
docentes aceptando metodologías diversificadas e integradoras y abandonando el papel de conferenciante universitario con el que identifican sus responsabilidades docentes.El gran problema de nuestros sistemas educativos actuales es q formamos a nuestros profesores como si fueran
a trabajar en el antiguo sistema educativo, que ya ha desaparecido, sin integrar en su formación inicial el dominio de las estrategias metodológicas y de las destrezas sociales que les permitirían afrontar con éxito elas nuevas dificultades de la enseñanza. Así, muchos profesores
desconcertados con respecto al papel que deben desempeñar en esta nueva situación educativa, sufren cotidianamente en la enseñanza, culpando de sus problemas cotidianos a las leyes educativas o a los políticos de turno -de distintos partidos en cada uno de los países europeos-,
sin entender la imparable dinámica de cambio social que ha modificado primero la realidad social y luego, como una consecuencia inevitable, el interior de nuestras aulas. Por otra parte, el sistema educativo,al pasar de una enseñanza de élite a una situación de enseñanza general,
es incapaz de asegurar unas salidas laborales acordes con los niveles de titulación alcanzados por los alumnos. La extensión universal de la educación supone un logro social indiscutible, pero inevitablemente supone romper los dos pilares que habían sustentado el prestigio social
de la educación desde la escuela de escribas del antiguo Egipto: la educación ya no está reservada a una minoría, ni tampoco asegura ya un alto estatus social con unas retribuciones acordes con los niveles de titulación. "
Os recomiendo encarecidamente la lectura de "La tercera revolución educativa. La educación en la sociedad del conocimiento", de José M. Esteve. Ofrece muchas claves de lo que ha pasado en la escuela. Y desde que fue publicado en 2003 mantiene intacta su vigencia.
