De las comidas familiares del fin de semana;
de buscar aparcamiento durante minutos que se convierten en horas;
de ir a bodas de las que conoce poco o nada a los novios.
de tener que bajar al perro, de cambiarle la arena al gato.
Se cansa de tener que llevar a sus padres, que ya no conducen, a hacer recados;
o de discutir con su hermano o hermana sobre asuntos sin importancia.
de los días calurosos y de los días de frío,
de los gritos y carreras de los hijos.
Incluso de la pareja, sea hombre o mujer; pensando qué vida tendría ahora si nunca hubiera dejado a ese amor pasado.
Ya no hay comidas familiares porque la familia se distancia.
Tu vehículo se estropea y ya no hace falta buscar aparcamiento.
Ya no vas a bodas sino a velatorios.
Tu animal de compañía muere, al igual que tus padres, que como es ley natural pasan a mejor vida.
Dejas de hablarte con ese hermano o hermana.
Una enfermedad te impide bajar a la calle a pasar frío o calor.
Tus hijos se van de casa o pierdes a tu pareja, a tu familia, por algo que no puedes controlar.
Ojalá que vuestra rutina, no se acabe nunca.