Capítulo VI
Con el susto aún en el cuerpo, Valentina se quitó la ropa y se metió en la ducha.
Seguía oyendo ruidos y voces en el rellano pero no era tan incauta como para asomarse tras el tiroteo.
Más tarde, ese día, descubríria por los periodicos online que una mujer harta de los maltratos de su marido, había decidido liarse a tiros con él.
Un maltratador menos, "#FelizMiercoles a pesar de todo" pensó.
Se preguntó si pasaría lo mismo en el piso de al lado, con el culturista y quien fuera que estaba allí con él, o si simplemente de trataba de una disputa inocente de pareja.
Intentó dejar de pensar en todo lo que había sucedido y trasladó su mente a lo que realmente le importaba ese día.
Valentina estaba decidida a cambiar su vida de una vez por todas y nada ni nadie iba a impedírselo.
Miró el calendario. El 11 de Abril sería el día. El estómago le dio un ligero vuelco y sintió nauseas.
Pero no se dejó acongojar, se quitó la ropa que llevaba y se metió ágilmente en la ducha.
Al salir, se tomó un tiempo para mirarse en el espejo.
Valentina era una chica atractiva. Acababa de cumplir los 30 años y se cuidaba lo suficiente para manterse en forma.
Lucía una media melena castaña ondulada que apenas alcanzaba sus hombros y un gracioso flequillo le cruzaba la frente.
Tenía los ojos oscuros, color café, misteriosos y penetrantes. Y una figura envidiable mantenida religiosamente en el gimnasio y en las carreras urbanas.
Como cada mañana, se entretuvo unos quince minutos preparandose frente al espejo, su trabajo exigía que estuviera presentable, pero eso no iba a durar mucho más.
Echó un último vistazo en el espejo para asegurarse que estaba todo perfecto y se dirigió a su habitación dónde eligió un discreto vestido azul marino.
Agarró su bolso y su móvil y salió de casa. Varios policías murmuraban en el rellano y un cordón policial vedaba el acceso al otro lado del pasillo.
El tal Güistremundo andaba todavía por allí. Le saludó con una leve inclinación de cabeza y una sonrisa.
Cogió el ascensor y salió a la calle. A los pocos minutos llegó a la sucursal bancaria en la que llevaba trabajando cerca de seis años ya.
#EsElMomento pensó. Y entró decidida a dimitir de su puesto.
