Thread by @Panteritaaa

UNA HISTORIA CUALQUIERA (PARTE2)
Siguiendo con mi particular semana del #25N, hoy voy a entrar en el “Yo sí te creo” visto desde ambos lados de la barrera porque lo que en su día pensé no tiene mucho que ver con lo que pienso hoy.

Cuando puse la primera denuncia, nadie me creía. Es decir, se desplegaron sin dudar todos los servicios de protección a la víctima, estuve en buenas manos en todo momento y la verdad es que aluciné con todos los medios que se pusieron inmediatamente a mi disposición.

Pero a mí no me creían. La policía a medias, el abogado de oficio que me tocó ni de coña, el Fiscal me pareció que estaba en dudas, la jueza bastante escéptica… Le condenaron porque además de mi testimonio tenía otras pruebas y su abogado le recomendóque reconociera los hechos.

En ese momento me sentí mal, poco apoyada, no entendía por qué no me creían si yo estaba diciendo la verdad. En las siguientes denuncias hubo momentos parecidos y sentí mucha frustración y rabia. Sentía que la Justicia me daba de lado en vez de ponerse de mi parte.

En aquel momento era solo un proyecto de jurista. Cuando terminé la carrera y durante mucho tiempo después, no paraba de darle vueltas a aquel asunto. ¿Qué falló? Ahora desde la distancia, el conocimiento y la experiencia, me doy cuenta de que yo tampoco me hubiera creído.

En un juicio tanto el juez como el Fiscal y los abogados de las partes te hacen mil preguntas. Ellos no están en tu cabeza, no estuvieron allí, no tienen una bola de cristal. Tienen que saber, tienes que contar.

Si rebobino y repaso mi declaración veo claramente que cuando me preguntaban sobre cosas que no habían pasado, yo respondía con claridad y determinación; pero cuando me preguntaban por cosas que sí habían pasado me ponía nerviosa, dudaba, me achicaba por así decirlo…

Por supuesto cualquier persona cabal entiende que esto es normal. No da vergüenza contar lo que no te ha pasado, lo que te avergüenza es contar cosas íntimas que sí han pasado, es embarazoso y humillante, es un trago muy malo de pasar.

Aquí es donde entra en juego la formación en género de los profesionales de la policía y la justicia, donde hace falta que sean conscientes de lo duro que es contar determinadas cosas. Pero en mi opinión y experiencia, no vale poner toda la responsabilidad sobre los demás.

Está muy bien reclamar formación a los profesionales de la Justicia y la Policía, pero nosotras, todas las mujeres, seamos víctimas de violencia de género o no, tenemos un trabajo que hacer: sacudirnos la vergüenza, levantar la cabeza y ayudar a que nos ayuden.

A mí no me daba vergüenza contar lo que había pasado por el hecho de que hubiera pasado, me daba vergüenza contarlo porque pensaba que era culpa mía y que qué iba a pensar la gente de mí. La persona más machista conmigo fui yo.

Yo no supe hacerlo en el juicio, pero aprendí poco después. Porque siempre hay gente que te echa a ti la culpa, pero si tú te has liberado de todo eso, te da igual, te empoderas, eres capaz de poner límites y decir: “A mí no me vengas con esa mierda porque no te la compro”.

Por supuesto, yo tenía muchas cosas que aprender de esa experiencia, las dejo para la Parte 3 o 4, sobre la marcha. El mensaje de hoy es que el día que eres capaz de decir “La culpa no es mía” ya tienes la mitad del camino andado.

Continuará…