Thread by @Aegi86

Una cuestión introductoria sobre la búsqueda del “Jesús histórico”. #Hilo 👇🏻

Cierta historiografía es heredera de una determinada visión del mundo -mecanicismo, materialismo, positivismo- y de la divinidad –deísmo- que condicionan notablemente la investigación. En consecuencia, ya en la génesis de la investigación que algunos autores hacen sobre el Jesús

histórico encontramos un prejuicio que hace sospechar de la pretendida objetividad científica del discurso. En palabras de Dunn (Jesús recordado. El cristianismo en sus comienzos):

Resulta ingenuo pensar que puede realizarse una búsqueda puramente objetiva de la realidad de los hechos, como si fuéramos Madame Curie en busca del radio. Cuando nos referimos a seres humanos, especialmente en el caso de Jesús de Nazaret, la neutralidad total no existe.

Con esto no quiero caer en una suerte de relativismo.Lo que quiero subrayar es la imposibilidad de separar la realidad enunciada del enunciante, es decir, no existe acceso histórico sin la mediación de los testigos de la historia,en este caso,los discípulos(la fe de la Iglesia)

En palabras de Dunn:

O, dicho con otras palabras del mismo autor:

En este punto sería de gran ayuda señalar la distinción entre dos conceptos: histórico y real. Para tal fin seguimos la revisión que Meier realiza de los ya clásicos conceptos de Kähler historisch (históricamente documentado) y geschichtlich (históricamente significativo).

Por real entendemos aquello que ha sucedido verdaderamente o lo que constituye al individuo en cuanto a su complejidad, por ejemplo, la persona en sí, su personalidad, sus aficiones, pensamientos, sueños, etc.

Por histórico entendemos la reconstrucción de un hecho o una persona a la que se puede llegar mediante el método historiográfico. Es claro que el fruto de dicha reconstrucción no coincide sin más con lo real, pues la realidad es irreductible debido a su complejidad.

En efecto, aunque podamos elaborar un retrato muy completo sobre un personaje contemporáneo bien documentado, la complejidad de la realidad de su persona seguirá escapándose a dicha reconstrucción. En palabras de Meier:

Como ya he comentado, incluso teniendo toda la información suficiente para establecer un cuadro «razonablemente completo» de un personaje contemporáneo, su ser real seguirá siendo irreductible, cuánto más si hablamos de personajes de la Historia Antigua.

Por esa misma razón, en las diversas biografías que surgieron del “Jesús histórico” tras la Ilustración, encontramos tantas reconstrucciones distintas como autores hay, todas ellas reclamando para sí el honor de describir al Jesús real.

Sin embargo, la disparidad de las reconstrucciones histórico-críticas me induce a pensar que tras esos cuadros descriptivos se esconde en realidad el retrato del autor en cuestión.
Por decirlo una vez más, con la claridad propia de Meier:

Como hemos podido comprobar, no puede seguir sosteniéndose una ingenua fe en el poder ilimitado del método histórico-crítico. Manifestar sus límites no le resta en modo alguno su valor, antes bien constituye una sana disposición metodológica.

En vista de lo expuesto, podemos afirmar sin temor que el “Jesús histórico” no es el objeto de la predicación y de la fe de la Iglesia. La afirmación es obvia pues, ¿qué reconstrucción sería objeto de fe? ¿La de Sanders? ¿Quizás la de Albert Schweitzer?

¿El de J. Jeremías o el de J.P. Meier? El objeto de la predicación de la Iglesia no es, ni puede ser, la reconstrucción histórica de un determinado investigador, por muy útil que ésta resulte académicamente y por muy importante que ésta sea para la fundamentación del cristianismo

en cuanto que religión histórica que se interesa por una persona, Jesús de Nazaret —que vivió en unas coordenadas espacio-temporales determinadas.
Así pues, la necesidad del uso del método histórico-crítico, la arqueología y otras ciencias, deriva de la propia Encarnación.

El objeto de fe de la Iglesia es Jesucristo, la persona que «irrumpió de lleno en la existencia humana en el primer siglo de nuestra era, pero que ahora vive eternamente, glorioso y resucitado, en la presencia del Padre». #Fin