Thread by @Aegi86

Ante la desgraciada muerte de Julen, vuelvo a tratar el tema del mal en el mundo y la presencia de Dios. He retocado el hilo que escribí hace un tiempo, matizando e incorporando cuestiones que surgieron en el debate posterior.

Dios y el mal, #hilo 👇🏻

En primer lugar, debemos reconocer que estamos ante la presencia del misterio. Un misterio que sobrepasa nuestras capacidades racionales. Como Moisés, debemos descalzarnos.

Ciertamente, muchos preguntan cómo se puede creer en Dios si se me ha muerto mi sobrina a causa del cáncer. Cómo puedo creer en Dios con todo el mal que hay en el mundo (enfermedades, guerras, catástrofes, etc.)

En primer lugar, parten de una noción errónea de la omnipotencia. Piensan que Dios puede hacer absolutamente todo. Sin embargo, ser omnipotente significa poder hacer todo lo que no es absurdo en sí mismo. Santo Tomás de Aquino afirma:

Por ejemplo, Dios no podría crear un círculo cuadrado
o una piedra tan pesada que ni Él pudiera levantar. Pensar así, además de pueril, supone retorcer la lógica hasta llegar al enunciado vacío. (Más info: ec.aciprensa.com/wiki/Omnipoten…)

Otro error común es el concepto de creación. La gente suele pensar que Dios creó –en pasado- y ahora se limita a contemplar lo hecho, como si todo hubiera acabado. Sin embargo, la fe cristiana nos habla de creación continua.

El poder creador de Dios se manifiesta en el dinamismo de un cosmos que se va desplegando y auto-organizando en formas más complejas (y esto es constatable científicamente).

Desde el punto de vista filosófico y teológico, tiene mucho más sentido que Dios vaya desplegando progresivamente su dinamismo creador en un mundo en evolución, otorgando a la creación un papel activo, co-creador.
La Creación es esencialmente buena.

Así pues, en un mundo en evolución, contingente, finito y al que se le permite desempeñar un papel activo en su construcción, se abre la posibilidad de la presencia del mal. La Creación no ha salido acabada de las manos de Dios, sino en “estado de vía”. El Catecismo:

¿Dios podría haber creado un cosmos en estado de vía que camina hacia su perfección y al que se le permite participar en su construcción sin la posibilidad de la existencia del mal? Todo apunta a que esto es un enunciado vacío, pero debemos reconocer que no lo sabemos con certeza

Nuestra razón es limitada. Hay quien puede sostener lo contrario, pero eso me recuerda al rey Alfonso X el Sabio quejándose de no haber podido estar presente en la Creación porque le podría haber dado al Creador unos consejos muy acertados.

El mal podemos –simplificando-dividirlo en dos tipos: el “mal físico” y el mal moral.

Con respecto al “mal físico”, debemos decir que no tiene entidad ontológica per se es, como decía San Agustín, “privación de bien debido”(ej. nazca ciego un ser que por su propia naturaleza debe ver).Esto no contradice la bondad esencial de la Creación de un Dios bueno.Sto Tomás:

Antes bien, ese “mal físico” (enfermedad, muerte, catástrofes naturales) forma parte del increíble y delicado equilibrio que hace posible la vida.

Por otra parte, tenemos el mal moral, el que depende de la libertad humana. Este sí es un mal propiamente dicho, tiene entidad ontológica, en cuanto que es una voluntad libre que se opone al Creador. El Catecismo:

Dios podría habernos creado sin libertad, pero además de convertirlo a Él en un dictador, nos convertiría a nosotros en autómatas sin personalidad y sin capacidad de amar.

Llegados a este punto alguien podría objetar, ¡eh! ¿pero por qué Dios no nos ahorra el sufrimiento y nos crea directamente en el cielo? A esta pregunta hay que responder haciendo alusión de nuevo al error en el concepto de omnipotencia.

Crear un mundo en el que exista la libertad sin posibilidad del mal equivale a crear un círculo cuadrado. Que el cosmos esté destinado a transformarse en la vida misma de Dios (potencia) no quiere decir que pueda actualizarse inmediatamente (acto).

Un ejemplo: un ser humano puede comerse un filete de ternera, pero no puede hacerlo en cualquier momento (un bebé no podría). Esa potencia se actualizará en el futuro.

Por eso, que el universo esté destinado a transformarse en Dios no equivale a decir que esa transformación sea posible al principio del proceso. A esto debemos añadir que, nuevamente, es una quimera pensar que podemos ser creados directamente en la gloria de Dios en el cielo.

Por dos razones:

La primera; el ser humano es fruto de la evolución de su vida, con sus errores, aciertos y experiencias. Somos lo que somos por la manera de vivir que hemos tenido. La libertad es un don precioso y una tarea.

Por ejemplo, los seres humanos somos capaces de crear, haciendo uso de nuestra libertad, un hospital para salvar vidas o un campo de concentración para aniquilarlas. En la libertad nos jugamos la grandeza y la miseria del ser humano.

En segundo lugar, eso anularía la libertad humana, pues Dios no se impone a nadie. Él quiere vivir en comunión de amor con todos, pero podemos aceptar o rechazar libremente esa oferta. Dios no es un tirano, sino un Padre con corazón de Madre.

Por último, y más importante para un cristiano, Jesús. Más que acercarnos al misterio del mal intentando dar una respuesta racional, debemos proceder con un acercamiento vivencial. Jesús no vino a explicar el sufrimiento, sino a iluminarlo con su presencia.

En efecto, no llegamos a entender en su profundidad la Encarnación. En ella Dios se ha unido con su criatura, ha compartido su camino. Dios, en Jesús, no vino a Marina d´ Or –ciudad de vacaciones, dígame-, sino que asumió nuestra naturaleza hasta el final.

Nació en un establo, vivió humildemente y cuando se puso a predicar y a sanar fue traicionado por un amigo, fue brutalmente torturado, insultado, asesinado en una cruz, abandonado por la mayoría de los suyos y enterrado en una tumba que ni siquiera era suya.

Estamos tan acostumbrados a la Pasión que nos hemos insensibilizado. Ha perdido su verdadero significado. ¿Cómo podemos seguir preguntando dónde está Dios en el sufrimiento si nos ha respondido en su Hijo?

Dios, por tanto, hace camino con nosotros en medio de la alegría y el sufrimiento. La resurrección de Jesús no es solo algo que le afecte a él, sino que es causa y fundamento de la nuestra, anticipo de la victoria definitiva de Dios sobre el mal, el pecado y la muerte.

Victoria que atañe a todo el cosmos,pues el proyecto creador de Dios incluye, tras estos "dolores de parto" del proceso evolutivo, una transformación de toda la realidad. Es la transformación escatológica de todo lo creado en Cristo.
¡La salvación cristiana no es espiritualista!

Ojalá lleguemos a captar la profundidad de esto, dejando atrás el concepto infantil de dios -hada madrina, genio de la lámpara, mayordomo nuestro- y contemplemos el rostro herido de amor de Jesús de Nazaret, Dios hecho hombre.

No hay un rasgo del mensaje cristiano que no sea en parte una respuesta a la cuestión del mal.

Ni el mal, ni el sufrimiento ni la muerte tienen la última palabra. La última palabra la tiene el Amor. #Fin #Gracias