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¿Por qué la estrategia de AMLO con respecto a Pemex puede hundir a la empresa y de paso llevar a la economía mexicana a una crisis? Como lo dice el nuevo logo de la empresa, mientras busca el “rescate de la soberanía” Abro Hilo (1/10). 
¿Qué tiene de malo? Mucho. AMLO está obsesionado con aumentar producción de crudo y gasolinas, y rápido, y hacerlo solo por medio de Pemex. Dice que las multinacionales privadas no han cumplido con lo que debían invertir y producir (2/10).
En los hechos, López Obrador ya canceló la Reforma Energética: Pemex va solo. La meta del Plan Nacional de Hidrocarburos es lograr 2.624 millones de barriles de crudo diarios en diciembre 2024. En diciembre 2018 se produjeron 1.710 millones de crudo diarios (3/10).
Esto es, el gobierno plantea incrementar la producción 53.5%. AMLO ofreció aumentar la inversión de Pemex para alcanzar dicha meta. Lo está haciendo. El monto de inversión (Capex, capital expenditure) para 2019 será de 13-14 mil millones de dólares (4/10).
El monto rompe una clara tendencia a la baja, pero el monto no es impresionante comparado con lo observado antes de 2015. AMLO espera al parecer uno de sus milagros: aumentar mucho la producción con relativamente poca inversión, quizá porque “no habrá corrupción” (5/10).
Dicha expectativa es un sueño guajiro de AMLO. Entre 2004 (cuando inició declive de Cantarell) y 2018, la inversión de Pemex alcanzó 265 mil millones de dólares. La producción de hidrocarburos (crudo y gas) cayó, no subió, 47.3% (6/10).
El sueño no es sólo aumentar producción, sino reservas. Según el Plan de AMLO, se busca restituir las reservas con un factor de casi 200%, esto es, sumar a las reservas unos 1,500 millones de barriles de petróleo al año. Otro sueño considerando el desplome de dos décadas (7/10).
Revertir declive de producción y reservas tendría un costo astronómico que el gobierno no puede permitirse. Pero además Pemex muchas veces pierde dinero operando, aparte de ser la petrolera más endeudada del mundo. Y de refinación y la ambición de Dos Bocas mejor ni hablar (8/10)
Por eso es la degradación crediticia de las calificadoras. No se apantallan con ambiciosas (e irreales) metas de producción/reservas/refinación, sino que rechazan una estrategia que además será un desastre financiero (9/10).
Llegar a la clasificación de “basura” golpearía al Gobierno Federal a un grado imposible de prever. No puede descartarse una seria crisis de confianza, incluso de deuda, auto-infligida y gratuita como tantas que provoca el gobierno de López Obrador (10/10).
