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Vamos a ver qué tal andamos de coherencia y si los argumentos que utilizamos para defender una cosa aguantan enfrentarlos contra ellos mismos cuando defendemos otra. Esto va de extranjeros, hombres, mujeres asesinadas por sus parejas y delitos sexuales. Dentro hilo.
1) A pesar de q ni jueces ni fiscales miramos de dónde es el delincuente (nos da igual), parece q está de moda hablar de la nacionalidad de los autores de delitos sexuales. Pues bien, es claro q los españoles condenados por delitos sexuales son bastante más q los extranjeros. 
2) Es normal. En España hay más españoles que extranjeros. El año 2017 acabó en España con 18.577.577 varones mayores de edad, de los cuales solo 1.844.615 eran extranjeros (a fecha 1 de enero de 2018). Lo podéis ver aquí ine.es, en el apartado de demografía.
3) Así que en España, por mucho que nos empeñemos, los españoles siempre somos más haciendo cualquier cosa: bebiendo cerveza, paseando por los parques, usando el teléfono, divorciándonos, jugando al futbol... y cometiendo delitos de lo que sea. Numéricamente es así.
4) Pero es cierto q, para comparar, hay q ver los porcentajes poblacionales. Y si tenemos en cuenta el número de españoles condenados entre todos los q son españoles y hacemos lo mismo con los extranjeros, vemos q éstos cometen 2,8 veces más delitos sexuales q los españoles.
5) En su caso, este dato podría justificar políticas dirigidas al colectivo de inmigrantes, como se ha hecho en materia de drogas y de enfermedades sexuales dirigiéndose específicamente a los jóvenes, por ser el colectivo con mayor incidencia, sin q ello los haya estigmatizado.
6) Pero de momento, ese dato para lo que está sirviendo es para, desde determinados sectores del espectro político, criminalizar al colectivo de extranjeros que viven en España (inmigrantes), convirtiéndolos en sospechosos delincuentes por el solo hecho de venir de otro país.
7) Frente a este discurso, se ha dado respuesta desde sectores ideológicamente contrarios con el siguiente argumento: en verdad son muy pocos los extranjeros que delinquen, por lo que es injusto e irreal criminalizar a todo un colectivo por lo que hacen unos pocos.
8) Lo hemos visto, de toda la población de varones extranjeros adultos q hay en España, solo fueron condenados por delitos sexuales un paupérrimo 0,028 %. O lo q es lo mismo 2,8 extranjeros de cada 10.000. Una cifra tan baja q parece q no justifica ningún discurso xenófobo.
9) Ocurre que este argumento, razonable y sensato, no siempre se utiliza si hablamos de otro colectivo, el de los hombres en relación a las mujeres. Porque desde ciertos sectores feministas se insiste en que los hombres las estamos matando y violando. Los hombres.
10) Aquí parece que dan igual los míseros porcentajes. Así, en relación a los delitos sexuales, y con las cifras anteriores, resulta que los hombres autores de delitos sexuales fueron solo el 0,011 % del total de hombres adultos que viven en el país. 1 de cada 10.000.
11) Y si vamos a las asesinadas por sus parejas o exparejas, tomando las 51 asesinadas del 2017, resulta solo un 0,00027 % de los hombres adultos que viven en España acabó con la vida de su pareja o expareja. Menos de 3 por cada millón de hombres. Verdaderamente muy pocos.
12) No quiero relativizar la importancia de los delitos, sino señalar la incoherencia de los discursos. Porque si el argumento es que los inmigrantes son peligrosos, entonces habría que decir que también lo somos los hombres, pues cometemos muchísimos más delitos que ellas.
13) Quiero decir q si comparas extranjeros con españoles, debes asumir q otros hagan lo mismo y comparen hombres con mujeres. Y a la inversa. Si comparas extranjeros entre sí para decir q muy pocos son delincuentes, lo coherente es hacer lo propio cuando hablamos de hombres.
14) Es decir, que es tan injusto criminalizar al colectivo de inmigrantes por lo que hacen unos pocos, como criminalizar a los hombres por el hecho de serlo y con base a lo que hacen muy pocos de ellos. Cambiar el argumento según cuál sea el colectivo afectado es demagogia.
15) En fin, siempre habrá datos que "confirmen" el discurso que queremos defender. Lo importante, por tanto, no son los números, sino los argumentos. Si estos se sostienen o no se sostienen a poco que los enfrentes consigo mismos. Es en eso en lo que hay que fijarse. FIN.
