- ¿Adónde vamos?
Como hizo Roberto la otra vez, tan solo me contestó:
- A un sitio súper chido. Si no lo conoce le va a encantar, ya verá.
- Puedes tutearme, ¿eh? No estoy tan viejo.
- ¿Por qué biología molecular?
Rosalba calló unos instantes, mirando al horizonte con las manos en el volante. Yo callé también. Quería escuchar lo que tuviera que decir.
- "…ahora que puedo, quiero llegar lo más alto que pueda. Arriba, lejos del agujero...
- Eso no le gustará ni a mis hermanos ni a mi sobrino.
- ¿Por?
- ¿Eh?
- Nada. Bromilla interna. El hecho es que son sólo 3.
- …como dice Roberto, ¿no?
- Sí.
- ¿Puedo preguntarte cómo te ayudó Roberto a salir de ese agujero que dices?
- Ya. Debe ser un jefe muy popular.
- No tienes idea. Pero porque se lo merece.
Reflexioné unos segundos mientras atravesábamos el puente de Lomas Verdes.
- ¿De verdad, de verdad quiere cambiar México como dice?
- "Dany, Roberto puede vender una centésima parte de lo que tiene e irse el resto de su vida a vivir a un superyate. O podría haberse quedado en Europa, ¿no decían la otra noche que en Europa se vive de lujo?...
Seguí reflexionando. Por supuesto, hay muchos millonarios mexicanos que podrían vivir en el lugar del mundo que les plazca.
- Ya sé que cuesta creerlo, Dany. Ya sé que no es lo normal. Pero Roberto no es un tipo normal. Somos casi 130M de mexicanos; algún bicho raro tenía que salir al final, ¿no?
- Oye, y si no quiere meterse en la política como dijo, ¿qué se propone exactamente?
—Sí. No ha parado desde entonces. O sea, él nunca para, pero… Para que te hagas una idea, he oído que la factura del combustible de su jet subió más en estos días que en los tres meses anteriores. Casi ni se le ha visto.
—¿Qué?
—Zugzwang. En ajedrez, cuando te toca tu turno, tienes que mover...
—Como en las damas.
Reí también, asintiendo con la cabeza.
Cada vez nos adentrábamos más en Lomas Verdes y yo seguía sin tener la menor idea de adónde me llevaba.
[Si no han leído nada hasta el momento, aconsejo leer desde el principio de este hilo]
—Oye, en serio, ¿adónde vamos?
—¿No te gustan las sorpresas o qué?
—Sólo hasta cierto punto. Soy la clase de persona que es incapaz de tomar el metro sin mirar primero en un mapa dónde está exactamente la parada a la que va.
—Al Nido de Quetzalcóatl.
—Me suena pero no…
—¿Te gustó la casa de Roberto en Punta Mita?
—Obvio.
—Imagina algo parecido pero mucho más grande y de arquitectura orgánica.
—¿También con excusados de jade o…?
—No, creo que el presupuesto no les daba para tanto. Pero es muy imponente también.
Llegamos a una caseta. De nuevo no nos pidieron identificación: “sólo una revisión de la cajuela". Y llegamos a un arco con una reja de hierro.
—Buenos días, Roberto. ¡Acabo de darme cuenta que podría haberte traído los libros que te había prometido…! —No te preocupes, ya he estado leyendo yo algo por mi cuenta. Ven, sígueme ¿Café? ¿Té?
Van fotos y juzguen ustedes mismos.
—Quiero que me hagas unos podcasts.
Me tomó totalmente desprevenido, así tan a bocajarro, y contesté:
—¡Ah! Bueno, …sí, claro, por supuesto. Pero… ¿qué tipo de podcast? O sea: ¿quieres grabarlo tú?
—Claro que puedo -contesté sin entender nada.
- Pero… ¿qué relato quieres contar?
- El relato de cómo cambiar México. Quiero que se vea que México puede cambiar. A mejor.
-Ahá. Bueno, ¿y cómo lo cambiamos? -reviré riéndome, pensando que era una broma.
—No sé, dímelo tú.
Sonaba serio. Así que seguí:
—A ver, Roberto, eh… Quiero decir, es estupendo que me des libertad creativa, pero digo yo que tendrás algo en particular en mente, ¿no?
—¿Recuerdas que te dije que México no cambiará si no sale de la gente? Bueno, pues tú eres gente. Dixo es gente. Las voces, quiero que también sean gente. Gente normal, que aporte sus propios matices. Sus voces, tus voces.
- Nada de rockstars, divas o actores del jet-set tan despegados de la experiencia cotidiana del pueblo como seguramente lo estoy yo.
—Roberto, eso puede ser complicado. De entrada, el guionista con quien escribo todas mis historias ni siquiera es mexicano: es español.
—El mejor. Ahora mismo estamos escribiendo y produciendo un podcast sobre Mario Flores, un mexicano que se pasó 20 años en un corredor de la muerte en Illinois.
—Pues si ese español es bueno, sabrá meterse en contexto y además aportará perspectiva.
- Me imagino. ¿Qué pasa? No pensaba que te dieran miedo los desafíos.
—Amo los desafíos —contesté, picado—, pero corremos el riesgo de que salga algo que no te guste.
—No es por el dinero. Bueno, no sólo por el dinero. En Dixo tenemos un nivel muy alto que mantener…
—Excelente: manténganlo. Luego me pasas la factura y todos contentos.
—¿Cuándo empezamos?
—¿Sabes por qué sé que harás un gran trabajo? Leí tu hilo en Twitter sobre nuestro encuentro. Y sí, me abriste los ojos. Y no te preocupes, tengo varias ideas para nuestro podcast. Por cierto, tienes mi permiso para publicar esto también.
Tiene unos puntos un poco... desequilibrantes y muy muy muy arriesgados.
Los mantendré informados.