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Pues se ha quedado la tarde buena para contarles una historia.

Una historia que trata de poder. De espionaje. De muerte. De una carrera para hacerse con el control del mundo.

Todo ello alrededor de un mapa.

Hablemos del planisferio de Cantino. ¿Me acompañas?
Pongámonos en situación.

Lisboa, 1501. Hacía dos años del regreso de Vasco Da Gama de la India, demostrando que se podía llegar a Oriente por mar, bordeando el Cabo de Buena Esperanza y abriendo una nueva ruta.

Con ello, Portugal podía convertirse en el centro del mundo.
A principios del s. XVI, Lisboa era una ciudad en plena ebullición.

Las noticias sobre nuevas tierras situadas más allá del océano inundaban las calles, y el puerto de la ciudad se llenaba de historias fascinantes.

Parecía que todo era nuevo, que todo estaba por descubrir.
El viaje de Vasco Da Gama abría una perspectiva radicalmente nueva: poder llegar a Oriente por mar significaba ahorrarse la necesidad de atravesar Europa y parte de Asia: era un viaje caro, largo y peligroso, sobre todo después de la toma de Constantinopla en 1453.
A finales de la Edad Media, los más acaudalados paladares de Europa buscaban nuevos sabores que provenían de Oriente: la pimienta, la nuez moscada, la canela, el jengibre, el clavo... Eran productos muy solicitados, utilizados tanto en cocina como en medicina y cosmética.
Las especias llegaban a tener precios astronómicos. Eran un indicativo de poder económico, de refinamiento, de estatus.

Quien tuviera el control de ese comercio tendría el poder.

¿Y quién tenía ese poder en el siglo XV? Venecia.
Los venecianos tenían el monopolio del comercio europeo de especias, tras comprarlas a comerciantes árabes en El Cairo y Alejandría, que a su vez se las habían comprado a los indios, que a su vez las adquirían en el Sudeste Asiático.

Un negocio redondo. Y tremendamente lucrativo
Por ello, la noticia de que un portugués había logrado una ruta alternativa que podía controlar Portugal, y que podría traer especias a Europa de forma mucho más rápida, barata y segura era una pesadilla para los venecianos.

Simplemente, lo consideraban su ruina.
Bien. Volvamos a la bulliciosa Lisboa.

1501. La ciudad estaba repleta de comerciantes y delegados de diferentes cortes y casas ducales europeas.

Estaban donde estaba el negocio, y vaya si ahí había negocio.
Uno de esos delegados era un tal Alberto Cantino, que trabajaba para Ercole d'Este, duque de Ferrara (en la foto retratado por Dosso Dossi).

Oficialmente, Cantino era su representante comercial y político.

Pero, extraoficialmente, era un espía al servicio de la casa d'Este.
Supuestamente, Ercole había enviado a Cantino a Lisboa con fines comerciales; una simple visita oficial.

Pero nada más lejos de la realidad. En diciembre de 1501, Cantino pagó 12 ducados de oro a un cartógrafo por un mapa que mostrara los últimos descubrimientos geográficos.
Tengamos en cuenta que, a principios del siglo XVI, 12 ducados de oro venecianos eran una suma que poca gente veía en su vida. Un desembolso más que considerable.

No conocemos el nombre del cartógrafo que hizo el trabajo, pero sí conocemos el trabajo. Cantino recibió esto:
Portugal y Venecia se tomaban su rivalidad comercial sobre la cuestión de las especias muy en serio. Los descubrimientos portugueses se llevaban en el más alto secreto, y el castigo por difundir los mapas de las nuevas rutas no era otro que la pena de muerte.

Poca broma.
Cantino se estaba jugando la vida.

Pero merecía la pena.

Abandonó Lisboa, en secreto. Y el mapa fue con él. De forma clandestina, escondidos, el mapa y él dejaron Portugal y llegaron a Génova, donde se lo entregó a Francesco Catanio, embajador genovés en Aragón y Francia.
Cantino siguió el viaje y llegó a Roma. En Génova, el planisferio fue copiado por Nicolo de Caverio, el principal cartógrafo de la república.

El original siguió su viaje, y llegó a Ferrara, a las manos Ercole d'Este. El peligroso (y valiosísimo) mapa se quedó ahí hasta 1592.
El conocimiento es poder. Y, teniendo en sus manos una información que nadie tenía más allá de Portugal, Ercole era tremendamente poderoso. Y eso era lo que quería hacer ver.

Pero, ¿por qué este planisferio es tan importante para la Historia de la Cartografía?

Veámoslo.
El planisferio de Cantino, como decíamos, es un reflejo vivo, actual, de los últimos descubrimientos geográficos realizados a principios del XVI.

Era el mapa con la información más actualizada de los que podía haber.
Muestra zonas que habían sido conocidas por los europeos poco antes. Menos de dos años antes, Pedro Alvares Cabral había llegado a Brasil, que se representa en la parte izquierda del mapa.

Por cierto, qué preciosidad las aves, ¿verdad?
Fíjense en la parte izquierda del mapa: una línea azul recorre el Atlántico y una parte de Brasil verticalmente.

Pues es la indicación de la famosa línea de demarcación entre Portugal y Castilla según el Tratado de Tordesillas, firmado el 7 de junio de 1494.
Y claro, se nos informa a quién pertenecen los diferentes descubrimientos. No vaya a haber problemas luego.
Pero el planisferio también es una obra de arte maravillosa. Policromada a mano con los mejores materiales, y con detalles técnicos realmente preciosos.

Personalmente, la representación de la costa oriental americana y el continente africano siempre me han enamorado.
Las ciudades de Venecia y Jerusalén dominando el Viejo Mundo.

Y esa rosa de los vientos... Maravillosa.
El planisferio de Cantino es una de las obras más alucinantes del s. XVI. No solo es un mapa; también es un arma. Un arma de poder, de conocimiento, de información.

Y una obra de arte alucinante.
Antes decíamos que se depositó en la biblioteca de Ercole d'Este hasta 1592. Pero, ¿qué ocurrió entonces?

Pues que llegó el Papa Clemente VIII e incorporó Ferrara a los Estados Pontificios.

Y la biblioteca de la Casa d'Este, incluido el mapa, fue a parar a Módena.
Y ahí es donde está hoy. En la Biblioteca Estense Universitaria de Módena. Viendo pasar el tiempo sin que el tiempo pase por él.

Porque esa es la magia de los mapas: están ahí, silenciosos, mostrándonos que no son simples representaciones gráficas. Son mucho, mucho más que eso.
Ahí les van los créditos de las imágenes:

-Planisferio de Cantino, 1502. Biblioteca Estense Universitaria, Módena.
- Ruta de Vasco da Gama a la India. Fuente: bit.ly/2VEJwSk
- Vista de Lisboa en el "Civitates Orbis Terrarum", Georg Braun y Frans Hogenberg, 1572.
(...)
- Especias, "Tacuinum Sanitatis", finales s. XIV.
- Vista de Venecia en el "Civitates Orbis Terrarum", Georg Braun y Frans Hogenberg, 1572.
- Dosso Dossi (atrib.), "Retrato de Ercole d'Este", Galleria Estense, Modena.
- Biblioteca Estense Universitaria, Modena.
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