Todas las crisis nos demuestran que lo importante es buscar soluciones en vez de quedarse quiet@ y lamentarse, así que hoy voy a contaros el que quizás sea el más increíble ejemplo de solucionar una crisis contra reloj. El traslado de Abu Simbel. (HILO)
📷 desmontaje/montaje
📷 desmontaje/montaje
Construido por Ramsés II en el siglo XIII a.C., el templo estaba tallado en la roca de la ribera occidental del actual lago artificial Nasser, y parecía estar condenado a quedar sumergido por las aguas, tras el inicio de la construcción de la presa alta de Asuán en 1959.
Tras varios proyectos, en 1964, y a tan solo 14 meses de que las aguas lo inundasen, un equipo internacional de 5 países encabezado por la UNESCO comenzó los trabajos de traslado del templo, desmontándolo y llevándoselo 200 m más alejado de su ubicación y 64 m más elevado.
Lo primero fue construir un enorme dique de 360 metros de largo y 25 de altura, para proteger el templo de las aguas que se elevaban día a día. Al mismo tiempo se retiraron 300.000 toneladas de roca de la parte superior de la montaña para acceder a los techos del templo.
Para evitar que desprendimientos de rocas dañasen las 4 esculturas de la fachada, estas se cubrieron con toneladas de arena. También se construyeron túneles de drenaje bajo los templos para controlar el nivel de las aguas subterráneas y se apuntaló interiormente todo el templo.
Fue entonces cuando se despiezó el templo en más de 1000 bloques que rondaban las 20 toneladas de peso (algunos incluso 30). La roca fue cortada con motosierras, sierras de hilo y sierras de mano, sin que el grosor del corte superara en ningún caso los 5 milímetros.
Debido a su especial valor, los bloques de la fachada y de los murales interiores fueron serrados a mano por cortadores de mármol italianos previa protección de la zona de corte. Los bloques fueron numerados y trasladados a almacenes donde fueron restaurados y consolidados.
La delicadeza y precisión de los cortes en las 4 gigantescas estatuas de la fachada es tal, que una vez comenzado el corte no se podía parar hasta que este finalizara, ya que de lo contrario se podría haber dañado la piedra. Serraban continuamente, día y noche hasta acabar.
Imaginaos lo que supone serrar a mano, en pleno desierto egipcio y a casi 50 grados de temperatura, enormes bloques de piedra arenisca, algunos de más de 4 metros de altura y 3 de ancho. Agotador tanto física como mentalmente.
Porque las condiciones climáticas junto con el aislamiento (la ciudad más cercana esta a 300 km al norte, y el traslado de maquinaria tardaba 2 o 3 meses), entorpecieron siempre la intervención. Los generadores se estropeaban y el A.C. de oficinas y viviendas también.
Es impresionante ver las imágenes de los trabajos en el templo original con el nivel del agua por encima de él, siendo los diques de contención lo único que protegía al templo y trabajadores de quedar sumergidos por la enorme masa de agua.
Para el montaje del templo se construyó una gigantesca cúpula de 60 metros de ancho y 25 de alto (la más grande hasta entonces), que servía para descargar de peso todos los techos interiores del templo eliminando toda la roca de relleno sobre ellos.
Sin embargo, un detalle condicionaba todo el montaje. En su ubicación original, y 2 veces al año, el sol penetraba hasta el fondo del templo iluminando las estatuas de Amón, Ra, y Ramsés, y dejando en penumbra e intencionadamente la cara del dios Ptah, dios de la oscuridad.
Los ingenieros tuvieron en cuenta esta circunstancia, y en la nueva ubicación el templo se orientó para que dicho fenómeno se reprodujera, aunque debido al desplazamiento del trópico de Cáncer en los 3280 años transcurridos, dicho fenómeno ocurre 1 día después que originalmente.
El montaje fue como el montaje de un puzzle enorme. Miles de piezas numeradas se unieron mediante mortero de cal con polvo de piedra arenisca y colorante para disimular las juntas. La montaña fue reconstruida sobre la cúpula, y todo quedó como en origen, pero 64 m más arriba.
El traslado de Abu Simbel fue una hazaña fruto del esfuerzo colectivo, con expertos de 22 países implicados. Un ejemplo de que lo imposible puede hacerse posible, y de que muchas veces nuestro único límite es el presupuesto. Costó 36 millones de $ de la época (unos 250 actuales).
Y como siempre, si queréis más información hay cientos de páginas en la red que tratan este tema, pero sobre todo os recomendaría este vídeo de la UNESCO, que aunque está en ingles, es de lo mejor que podréis encontrar.
