Thread by @j_echarte

A ver. Abro hilo.

Lo de Calatrava padre!!!

(Le dice el arquitecto al político)

La primera pregunta que me suele caer es: ¿Calatrava es malo? ¿Por qué no os gusta a los arquitectos?

A ver, a mí la estación me parece una obra curiosa, la Stadelhoffen en Zurich. A todos nos gustó esa estación.

Y a partir de ahí me da que la obra de Calatrava es él mismo. Bigger tan life. Dejar un legado. Que se sepa que es suyo.

Todas esas paridas que frotan el ego y que cuando se las paga uno, pues muy bien, pero cuando las pagamos los demás… MEH.

El problema es que el ego, en muchos casos, ha sido contrario a la técnica, a la lógica o a cualquier otra consideración salvo la de –excuse my french- sacarse la chorra.

Para mí el ejemplo perfecto es lo que va de Zubi Zuri al puente de Venecia.

En ambos el suelo es –OH YEAH- de cristal. El Zubi Zuri es de 1997. El de la Constitución (Venecia) de 2008.
Cristal y agua... mala combinación. Y más en un suelo.

En el Zubi Zuri, en una ciudad en la que llueve bastante y hay humedad, las costaladas han sido épicas desde la inauguración. Sospecho que el autor lo sabe. O lo supo una vez que se inauguro la obra.
elmundo.es/elmundo/2010/1…

Volver a repetir la chorrada años después en Venecia –con los mismos resultados- es o de ser idiota (cosa que no creo) o de que el ego te puede y te la pela todo lo demás. elmundo.es/elmundo/2008/0…

Yo voto B). Calatrava es para mí un personaje ajeno a la realidad. En varios frentes.

A la realidad material, el cómo se construyen las cosas. Véanse los ejemplos anteriores, o el Auditorio de Valencia: Metal y trencadis pegados: receta para el desastre, no dilataran igual.

La realidad económica: No hace falta investigar mucho. Todo se va de presupuesto. Todo es mucho más caro.

La realidad urbana: Hay que ser muy cafre para plantear siquiera el mamotreto de Oviedo. Ese Enterprise aterrizado ahí, a capón.

La realidad social: Caltrava llego a pedir 250.000 euros al ayuntamiento de Bilbao por conectar su puente con las viviendas de Isozaki.
elpais.com/cultura/2009/0…

Se ve que su “derecho moral” pasaba por delante del bolsillo de los ciudadanos de Bilbao, que pagaron su puentecito (el que resbala) y pagaron la indemnización final: 30.000 eurazos.

Esto hecho por un señor que cada vez que puede se llena la boca con el “amor por los ciudadanos”.
Chico Santiago, quiérenos menos y no nos demandes.

La realidad general del tiempo en el que vive: Esta es muy gorda.
Agarrarsen.

Santiago dio una conferencia y soltó por esa boquita que las arquitectas deberían “esperar un segundo” para pedir la equidad salarial. Que ya llegaría. Que a el su mujer le había ayudado mucho.

Que las mujeres eran “la sal de nuestras vidas. Le dan sabor”

Y ya de remate se dibujó dos mujeres desnudas de rodillas. En plan celebratorio. dezeen.com/2017/02/17/wom…

WAY TO GO SANTIAGO!

Este es para mí el personaje. No le niego el valor inicial, ni creo que sea tonto. Creo que esta –repito- fuera de la realidad.

A eso no contribuyó la pasión que llego a despertar en cierto sector político.

No hablo de partidos, porque hay que recordar que la cosa de Valencia la empezó el PSOE.

Hablo de inútiles con ínfulas. De torpes de libro. De horteras sobrevenidos. De querer, de nuevo, antes sacarse la chorra que servir a los demás.

Y eso en este país es común a todos los partidos.

“A Podemos no!” dice uno en el fondo del auditorio.
"Ni a Ciudadanos porque gestión!" grita otro.

Ay, la inocencia.

Lo cierto es que se asocia a Calatrava con el PP. Por buenas razones. En Valencia hizo el agosto. Lo hizo todo en la Ciudad de la Artes y las Ciencias.
Y claro, dado que hay una ley de contratos del estado, se preguntarán ¿Cómo?

¿Cómo le tocó todo a Calatrava?

Pues amigos, porque él es un artista.

No lo digo de broma. Esta es la trampa. Por eso cuando alguien me dice que la arquitectura es “un arte” me entran ganas de sacar el colt 45.

Porque la ley de contratos dice que a partir de determinada cantidad (Y calatrava la supera siempre) los contratos deben ser por concurso.
Ya saben, universal, abierto, con publicidad. Anónimo. Estas cosas.

En el caso de calatrava eran todos (casi todos en cualquier caso) negociados sin publicidad. Vamos, lo que se conoce popularmente como “a dedo”.

¿Cómo? Pues porque la ley de contratos incluía un artículo en el que se hablaba del caso de un único licitador por razones de patente o artísticas. (Art. 210 de la LCAP, Apartado b) para las artísticas).

Aclaremos esto:
Los casos de patente están claros. Queremos ir a la luna. Hay un cheñor que tiene la patente del cobete. Ningún otro cheñor tiene la patente del cobete. Pues chico, no hay opción.

Las artísticas son las que dan lugar a error. Entiendo que están pensadas para casos excepcionales.

Por ejemplo: Tenemos una escultura de Richard Serra en lo alto de una rotonda en Valencia. Viene uno –pongamos que recién salido de Barraca- en un Seat Leon amarillo y se empotra en la escultura.
Richard Serra está vivo, pues oye, que la arregle él.

Con Calatrava en cambio se empleaba esta razón artística (a veces artística de conjunto, o sea para que todo sea parecido) para encargarle las obras.
Y era a priori. Se encargaba algo que ya se definía como “arte” aun sin saber cómo iba a ser.

Esta es la estrategia de defensa que empleo por ejemplo Matas en Palma de Mallorca para justificar sus desmanes. periodicodeibiza.es/pitiusas/local…

«Decidimos adquirir un Calatrava, y un Calatrava es algo único en el mundo”. A ver, y un Echarte. Y un Bermúdez.

Llevando al absurdo el método Matas, o el método Calatrava, la ley de contratos pierde todo efecto. Una obra de cualquier autor es siempre única. Un proyecto de cualquier arquitecto es siempre único.
A menos que haya dos que se llamen igual. Wink wink

Esta fue la trampa continua. Esta la madre del cordero. Y colaba una vez tras otra. Aunque no lo parezca porque da verguenza ajena leer las explicaciones del mismo Matas o de Camps.

Aderezada con otros componentes. Los contratos exigían confidencialidad. Se pagaba en Suiza (donde Calatrava tiene el estudio).
Y lo mejor de todo: Cualquier desviación de presupuesto –sin cuestionar de quien era la culpa- suponía un incremento proporcional de honorarios.

Traducido: si la obra se iba un 100% de presupuesto, aunque fuera por indefiniciones de proyecto achacables a Calatrava (supongamos), Calatrava cobraba un 100% más.
Nice eh?

No se trata pues de que Calatrava pida. Por pedir… oye. Se trata de que hubo responsables políticos que se tragaron esta tostada.
Ojo, Calatrava no fue el único. El contrato perdido de Foster, cuando apareció, era igual de alucinante.
ctxt.es/es/20151028/Po…

En esto uno quiere pensar que los gobiernos (del partido que sean) deberían respetar a los ciudadanos a los que representan lo bastante como para no arrastrarse por los suelos.
Pero claro, que bonito es soñar.

Calatrava intentó este método en otras partes. En Viena sin ir más lejos. Donde el encargo a dedo suponía saltarse la ley.
La Camara de Arquitectos protesto y Calatrava dijo que el puente era “un pequeño minueto”.
aparienciapublica.blogspot.com.es/2008/02/ap-arq…

Que hay que ser hortera. O cursi.
Una de las dos.

El Ayuntamiento se basaba en que los puentes eran GUESS WHAT?

Obras de arte. BINGO

El presidente de la Cámara de Arquitectos, con buen criterio, declaraba que la arquitectura no puede reducirse a un “proyecto artístico”.

Pero claro, siendo el arte algo pantanoso para una ley de contratos estatal, apoyado en autorías, unicidades etc… la reducción era un proceso interesado para conseguir el negociado sin publicidad.

Et voila! Este fue el proceder en la mayoría de los casos. Dudo mucho que Calatrava haya concursado demasiado en España. O que haya licitado más allá del negociado.

Así que como resumen: La arquitectura no es arte. El intento de acercarla al arte –o mejor dicho a una idea banalizada del arte- suele ser interesado.

El alza y caída de Calatrava en España es un gran ejemplo de insania colectiva. De políticos dispuestos a lucirse a través de otro. De un arquitecto que uso a esos políticos para lucirse el.

Y de unos ciudadanos que nos dejamos epatar por el oropel facilón.

Ninguno de los dos, ni los políticos ni el arquitecto, se lucieron demasiado.

Para otros arquitectos, no obstante, Calatrava vino muy bien. Cuando –descubierto el pastel- había que criticar a algún arquitecto ahí estaba Calatrava como chivo expiatorio.

En parte porque es un personaje ajeno a los cenáculos de arquitectos habituales. Y porque su lenguaje no es el normal entre la profesión... es ajeno a las escuelas...

Es fácil sacudirle. Y es injusto cuando el resto de estrellitas han utilizado los mismos o parecidos procesos. Ojo, no hablo de la calidad de lo obtenido, hablo de la entrega de los check and balances legales a cambio de lo banalmente publicitario.

Y hasta aquí.
Para preguntas, no se me arremolinen.
Y no paguen proyectos públicos con dinero de contribuyentes españoles, situados en España... en Suiza, que esta feo. Igual es legal. Pero feo un rato.