Thread by @pvallin

Tengo la sensación de que en la crisis venezolana ha habido apresuramiento político, y eso puede tener consecuencias trágicas. Temo que la impresión general era que el pronunciamiento de Guaido iba a decantar la crisis en términos populares muy rápido. 👇

Que se reaccionó, sobre todo la UE con España a la cabeza, creyendo que la población venezolana respondería en las calles masivamente a favor del pronunciamiento y eso empujaría el cambio, a través de la convocatoria electoral extraordinaria o de una dimisión forzada de Maduro.

Ni la población ni el ejército han hecho ese giro inequívoco. De momento, el estamento militar sigue con Maduro, y la población, en el mejor de los casos, está dividida, al menos por lo visto desde aquí. Así que la legitimidad por aclamación de Guaido es, como poco, muy dudosa.

Es importante, porque un apoyo masivo habría traído una ingobernabilidad que aceleraría la caída de Maduro. Pero de momento, no ha ocurrido. Por eso, de súbito, la UE y España han quedado en falso. A EEUU le da un poco igual, porque está dispuesto a la intervención militar.

Pero para la UE es mucho más difícil. Al no apoyar una intervención militar y no existir un clamor inequívoco en favor de Guaido en el país, la UE ha reconocido a un presidente que, de facto, ni lo es ni puede ejercer. Ni siquiera para convocar las elecciones que le piden.

Maduro de momento ha sido prudente. No ha tomado medidas contra Guaido por un acto que, si no es un golpe de estado desde luego es un pronunciamiento. Y Guaido tampoco ha tomado (si es que puede) medidas contra Maduro. Las espadas están en alto.

Siempre creí que la diplomacia es refractaria a la prisa de Telediario. El reconocimiento de nuevos países o gobiernos proclamados a menudo se demora. A veces, años. La mediación suele ser la única medida que se adopta con premura. La diplomacia es templanza y observación.

No entro a discutir posicionamientos binarios, aunque creo que la diplomacia debe ser lo contrario al análisis binario de los problemas. Pero sí tengo la sensación de que la calidad técnica de la política exterior europea ha quedado de nuevo en entredicho. Innecesariamente.

Creo que la UE esperaba que los acontecimientos se decantarían solos y rápido, que se precipitó y que ahora se encuentra en un atolladero. No así la estadounidense, pues su posición geopolítica es inequívoca: quiere recuperar su papel en América Latina al precio que sea.

Este error europeo (y español), reconociendo a quien ni ha sido aclamado de forma masiva por la población ni tiene de momento la posibilidad de ejercer como presidente, puede ser un acelerante de una salida violenta.

Y lo peor de todo (aunque como todo lo anterior solo es una impresión) es que creo que la razón de esa precipitación innecesaria somos nosotros, el gremio: los ritmos del periodismo, sobre todo televisivo.

Está probado que la premura periodística tiene efectos de degradación tremendos en los sucesos: queriendo poner en pocas horas porqués a accidentes o crímenes para los que una investigación policial y judicial tardará años en hacerlo.

Si este efecto aberrante alcanza, no ya a la política general, que lo está haciendo (véase el Procés), sino a una materia tan delicada como la diplomacia, nos adentramos en tiempos de geopolítica turbulenta y sobre todo, como es el caso, imprevisible. Incluso para sus promotores.

Y ya me callo, porque al final siempre acabo echándole la culpa a mi gremio. Y eso es paradójico después del magnífico servicio que al periodismo y a la política prestaron anoche @jordievole y @salvadostv.

ACTUALIZACIÓN: Un periodista (@monrosi) informa a Borrell de que Guaido ha nombrado nuevo embajador en España, y el ministro dice: "¿Sí? ¿Y cómo lo ha anunciado? ¿Ha salido a la plaza y lo ha gritado?". Casi todo lo que yo argüía del error diplomático está en esas preguntas.