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Los mexicanos se disfrazan de mexicanos para celebrar que son mexicanos.

Una reflexión sobre el mito. Abro hilo.
Resulta una convención curiosa que en el día de su independencia, cada 15 de septiembre, los mexicanos se disfrazan de ‘mexicano’ para asumir su identidad.
Dicho en términos dialécticos: el mexicano en sí, se disfraza de mexicano (para-otros) para celebrar que son mexicanos como sujetos libres (en-sí y para-sí).
No por nada que Octavio Paz abre su laberinto de la soledad con el tema de la mascara totalmente imprescindible para este país. La mascara no es un personaje: es la persona.
Como otras naciones México se vió obligado a forjarse como estado-nación a partir de una identidad cultural: el modelo Jalisco, el periodo el revolucionario. De ahí el tequila y el mariachi. El charro y la adelita. El Bigote y la trenza, bravos, extrovertidos y aventados.
Para muchos este modelo está superado. La nacionalidad no se limita a las categorías sociológicas y etnó-culturales que los murales revolucionarios o las películas del cine de oro nos hicieron creer.
Resulta particularmente problemático cuando se habla de minorías que no encajan con los estándares tradicionales y quedan excluidas del campo semántico de lo asociado con la identidad nacional.
¿Qué es una nación?, ¿qué es un estado?, ¿qué es una raza? con cientos de etnias y más de 50 lenguas indígenas, diversidad sexual y de identidad, la inclusión de inmigrantes de todo el mundo aquellas viejas categorías parecen rebasadas.
Por esto se habla de la superación del estado-nación y la deconstrucción de mitos nacionales perniciosos para la convivencia de una sociedad multicultural. Los esfuerzos de la post-modernidad apuntan hacia este sentido.
Por otro lado la propia deconstrucción post-moderna trae sus propios problemas: una desintegración simbólica, una falta de ‘comunidad’ en el sentido literal del término: lo que hace común a todos: común-idad.
El problema nunca fue la instauración del mito como se quiso ver. Todo grupo social e incluso toda persona, si recurrimos al psicoanálisis, precisa de actos fundacionales como ocasión para forjar un yo; en el caso de la sociedad: un nosotros.
En cambio la problemática radica en confundir el mito fundacional y la imagen con la personalidad. El mito sólo es un punto de anclaje social. Tomado muy en serio se vuelve fanatismo pero sin él se dificulta o no hay común-idad.
Me parece que no hace falta quitarse los sombreros y los bigotes falsos, sino recordar la función instauradora del mito. No hay que confundir la realidad con la fantasía pero tampoco se puede vivir en sociedad sin esa ilusión que nos hace tener algo en común entre todos.
En Lacan la labor del registro imaginario es precisamente reunir las partes inconexas de un yo a partir de un Otro. Esta es la función del mito: hacernos creer que lo inconexo tiene un sentido y algo en común cuando en un sentido absoluto no lo hay (no existe la mexicanidad).
Por un lado no es recomendable pasar el mito por realidad pero por otro si se quiere vivir en comunidad no es posible prescindir del mito.
Siguiendo esta dialéctica si el mexicano deja de disfrazarse de mexicano deja así de serlo en lo imaginario y con ello pierde la común-idad.
La clave no radica en la desmitologización sino en la prudente distinción de las partes (imaginario-real) y que el mito no es una descripción sino que tiene una función instauradora en lo imaginario.
Disfrazarse de ‘mexicano’ no debe comprenderse como un acto excluyente, sino un mecanismo de identificación, una hipóstasis momentánea que cumple su lugar en lo imaginario, en el contexto del rito repetitivo y que permite al día siguiente retornar a lo habitual.
Hay que estar advertidos, eso sí, que la identificación de la persona con el mito no puede ser total. Ninguna persona es cabalmente y totalmente "el mexicano". Así es como nacen los nacionalismos radicales y las xenofobias.
Pero tampoco se debe creer en la meta-fantasía de que se puede vivir sin mito alguno. La presunción de un cosmopolitismo absoluto sin identidad de lengua ni procedencia acaba siendo otra mitología: una también peligrosa pues se trata de un mito que no se sabe mito.
El mero hecho de ponernos sombrero, comer pozole y gritar Viva México no nos hace mexicanos en-sí sino sólo para los otros “ahí están los mexicanos”. Sólo en ese momento efímero e imaginario está presente el mexicano, que no existe en sí mismo y sin embargo ahí está.
La identificación imaginaria en el mito tiene una función importante que no se puede desestimar. No debe tomarse muy en serio pero, si lo que se quiere es comunidad; debe estar presente. Es una distinción sutil pero importante en los actuales tiempos confusión identitaria.
Fin de hilo. Muchas gracias por tu lectura, espero que disfrutes estas fiestas patrias y ¡Viva México!
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