Unas palabras en torno a la subsunción formal y real del trabajo en el capital, una idea esencial en la crítica de la economía política y, en el fondo, en la cosmovisión de Marx y del marxismo revolucionario. 
Los fragmentos corresponden al libro I de El Capital, en concreto al inédito capítulo VI, publicado por vez primera en español por Siglo XXI Editores en 1971.
Dicho capítulo conforma una parte de los materiales preparatorios de El Capital, redactados por Marx entre junio de 1863 y diciembre de 1866. Son, por tanto, posteriores a los Grundrisse der Kritik der politischen Ökonomie, manuscritos del período de 1850-1859.
En la presentación para Siglo XXI Editores, Aricó, contra quienes siguen empeñados en reducir El Capital a puro instrumento crítico-epistemológico, defiende que Marx ideó su magna obra con la vista puesta en asestar "a la burguesía un golpe del que jamás podría recuperarse".
Tanto El Capital como el Manifiesto del Partido Comunista serían dos obras "soldadas" que echan por tierra la división entre un Marx "joven" y un Marx "maduro", casi tan reduccionista como la que compartimenta al revolucionario alemán por "saberes".
Para Bruno Maffi (traductor al italiano de El Capital y de la obra célebre de Rosa Luxemburg), sostiene que los manuscritos del inédito capítulo VI, cuya ausencia resta coherencia al libro I y a todo El Capital, no aparecen por su "final políticamente tan comprometedor".
De haber sido publicado el capítulo VI ("Resultados del proceso inmediato de producción"), según el punto de vista de Maffi, a Marx "le hubiera sido imposible (...) conseguir un editor burgués que aceptara sacar el libro" (Aricó).
¿Qué tiene de relevante el inédito capítulo VI del libro I de El Capital? Su conclusión política (la primacía de la política, diría Lenin): el modo de producción burgués es irreformable y condena a los seres humanos a producir y producirse como entes ajenos a ellos mismos.
Lo sustantivo es, pues, su conclusión "tendenciosa", por citar a Engels. (La captura pertenece al documento "Ciencia, positivismo y marxismo: notas sobre la historia de la conciencia moderna", publicado por el Comité por la Reconstitución en el n.º 3 de Línea Proletaria.)
Hecha esa introducción, así define Marx la subsunción formal del trabajo en el capital en el capítulo VI:
Lo esencial de la subsunción* formal se caracteriza por dos aspectos. El primero de ellos es la relación de dependencia puramente económica, monetaria, no política.
*Con doble acepción en muchas lenguas: inclusión y subordinación de un elemento dado, particular, a una totalidad.
*Con doble acepción en muchas lenguas: inclusión y subordinación de un elemento dado, particular, a una totalidad.
El segundo elemento fundamental de la subsunción formal, base de la subsunción real del trabajo en el capital, es el enfrentamiento entre condiciones objetivas y condiciones subjetivas de trabajo, que aparecen como propiedad ajena, relaciones entre capital y trabajo asalariado.
Condensando la explicación, Marx relaciona la subsunción formal con la plusvalía absoluta y la subsunción real con la plusvalía relativa:
La plusvalía absoluta —aumento absoluto de la jornada de trabajo— "precede siempre a la relativa", es decir, a aquella "obtenida de la reducción del tiempo de trabajo necesario y de la correspondiente modificación en la proporción de los dos componentes de la jornada laboral".
Ambas constituyen "dos formas de la producción capitalista separadas", pero se retroalimentan. De hecho, Marx contempla la posibilidad de que la plusvalía relativa devenga también la base para introducir formas de plusvalía absoluta en determinadas ramas productivas.
La clave de la subsunción formal es la subordinación directa del proceso laboral al capital. Solo cuando se desarrolla históricamente el capital, "que metamorfosea la naturaleza real del proceso de trabajo y sus condiciones reales (...) se opera la subsunción real del trabajo".
O, en otras palabras, la extracción de plusvalía mediante el aumento progresivo del tiempo de trabajo excedentario sobre el tiempo de trabajo necesario, es decir, los dos componentes de la jornada a que se refiere Marx cuando operamos como esclavos asalariados (obreros libres).
El salto cualitativo de la subsunción formal en subsunción real es determinante para Marx, pues entraña "una revolución total (que se prosigue y repite continuamente) en el modo de producción mismo (...) y en la relación entre el capitalista y el obrero".
Por último, es muy curioso que Marx considere en el capítulo VI que la productividad descansa "ante todo meramente en la coerción al plustrabajo" (coerción común a todos los modos de producción clasistas, pero que en el capitalismo es "más favorable a la producción").
Plustrabajo que, recordemos, Marx, en el desarrollo de la explicación sobre las dos formas de renta diferencial de la tierra en el libro III de El Capital, contempla también para el comunismo:
