Thread by @Anonmehicieron

#CosasQuePasanEnLaGuardia #50. 3am. Noche de sábado para domingo. Me despierta una de mis compañeras para ver si yo logro ponerle una sonda a un chico de treinta y algo que vino por diarrea y vómitos. Dice que ella no pudo (+)

(-) y que los enfermeros no quisieron probar porque estaba complejo. Yo no entiendo nada. ¿Por qué una sonda a una diarrea? Quiero decirle que le inyecte algo para los vómitos y lo mande con dieta a la casa, pero resulta imposible. (+)

(-) Está decidida a levantarme –en mis dos míseras horas de descanso– pese a saber que el día fue brutal. Me aplasto como puedo las arrugas del ambo y la dejo arrastrarme al box. Cuando llego y veo al chico, entiendo todo. (+)

(-) Está con el intento de pito al aire, como si fuera lo más normal. Y digo intento no por el tamaño o forma basal del mismo, sino porque ya no es su pito, sino lo que queda de él. Está carcomido y casi apolillado, inflamado y hasta sangrante. (+)

(-) Como si se lo hubieran cascoteado hasta que se hinchara al triple de su tamaño para después morderlo y dejarlo hecho pedazos. Le pregunto hace cuánto lo tiene así y dice que no está seguro.
A mi compañera –apenas entró al box– le había dicho que venía por diarrea y vómitos +

(-) y que le ardía un poquito al hacer pis, que por favor le cortara la diarrea y se iba. Cuando ella empezó a revisarlo, notó que su pantalón de jogging estaba demasiado abultado en el área genital, pero no quiso incomodarlo y miró para otro lado. (+)

(-) Le auscultó la panza y se la palpó, le pegó en la espalda, y con todo eso le dijo que probablemente tuviera una infección urinaria, que muchas veces se manifiestan como diarrea o vómitos. Le pidió que juntara un sedimento de orina, y (+)

(-) ahí el chico le preguntó si con unas gotitas nomás alcanzaba, porque le salía de a poco. Mi compañera interrogó si tenía problemas de próstata –extrañada por lo joven–, y él le dijo que no, que todo era porque le habían biopsiado un granito ahí abajo (+)

(-) y desde entonces que había crecido un poco. Ella le pidió los resultados de la biopsia y que le mostrara el granito. Él dijo no haber ido a buscar nunca los resultados y se bajó los pantalones. Calzoncillo, no tenía. (+)

(-) Mi compañera, al ver a lo que se enfrentaba, corrió a buscar ayuda. Los enfermeros ni quisieron tocarlo, por miedo a romperlo aún más, pero la asistieron, y no, no hubo caso, ninguna sonda pasaba. La vejiga del paciente estaba bastante llena de orina y apenas se podía vaciar+

(-) Encima mi compañera estaba segura de que la orina estaba infectada. Ahí fue cuando me llamó. La odié, debo decirlo.
Miro a mi compañera, al chico, y otra vez a ella. Niego. Buscamos juntas el catéter más finito y le pedimos ayuda a los cirujanos. (+)

(-) Viene el R1 –que entiende menos que nosotras– y dice que él a “eso” –recalca tal palabra mientras señala el pobre miembro del señor– no puede hacerle nada, que cuando esté por reventarle la vejiga, se lo presenta a los plantas para operarlo, (+)

(-) pero que no van a bajar para tratar de sondarlo porque ellos no son urólogos. Lo odio a él también y lo mando de vuelta a su piso. Decidida a que “eso” no me va a ganar, busco un set de los que usamos para poner vías centrales y le robo el alambre (cuerda de piano). (+)

(-) Se lo meto por el mísero hueco de lo que queda de su pito y voy empujándolo muy de a poco. Al paciente ni le duele, es todo tumor. Y así, empujando, logro avanzar bastante. Ahí enhebro –a través del alambre– el catéter finito que conseguimos. Pasa. (+)

(-) Cierro los ojos a modo de rezo y viene orina o, mejor dicho, dulce de leche. Su pis es espeso, oscuro y repugnante. Tomo las muestras que necesitamos y ahí se viene el problema de cómo fijar ese catéter para que no se le salga (+)

(-) (las sondas vesicales tienen un balón que se infla adentro de la vejiga para tal fin, pero el catéter no). Pruebo pegárselo con cinta. No hay a dónde. Tiene mucho pelo y el tumor es patinoso. Lo rasuro un poco a ver si pega mejor, (+)

(-) pero con la cinta de porquería con la que trabajamos, es imposible. Al ver que no hay otra solución, decido suturárselo a ese fragmento de pene que ya ni le duele. Le explico lo que voy a hacer y le pongo anestesia igual por las dudas. (+)

(-) Le dejo bien en claro que lo va a tener que cuidar muchísimo. Acepta. Le doy dos puntos –uno de cada lado– lo más gruesos que puedo para que el tejido no se corte. Los enfermeros le fabrican un adaptador y le conectan una guía de suero y eso a una bolsa colectora. (+)

(-) Lo dejamos acostado con la primera parte de la guía sujeta a la pierna como medida de seguridad.
Abandono a mi compañera haciéndose cargo de lo que le falta con él y me voy a dormir los minutos que me quedan de mi turno. Me tiro en el estar. (+)

(-) Apago el despertador sin darme cuenta. A ella se ve que le doy pena, porque no me despierta hasta las siete. Me levanto y evalúo los pacientes que me quedaron con laboratorios o imágenes pendientes. No llegó ningún resultado, y eso que los pedí a las dos. (+)

(-) Les pido que tengan paciencia y busco a mi compañera para hacer una recorrida antes del pase. Aparece el resto y vamos box por box. Cuando llegamos al señor del intento de pene, no lo veo acostado. Me alarmo. Le pregunto a mi compañera qué pasó. (+)

(-) Contesta que debería seguir ahí, que levantó fiebre y se puso medio feo al rato que me fui. Que le indicó suero a chorro, antitérmicos y antibióticos endovenosos, y que ni siquiera llegaron sus resultados de sangre y orina todavía.
–Estoy acá –escuchamos desde el baño.
(+)

(-) Ahí me acuerdo de la diarrea y pienso que cómo no se nos ocurrió ponerle un pañal. Suena la cadena, se abre la puerta y el aroma a materia fecal mezclada con tejido podrido nos voltea.
–Tenemos un problema –dice el chico.
(+)

(+) Nos muestra el catéter bañado en sangre con los puntos todavía agarrados a dos porciones contundentes de tejido rotoso que se arrancó. Sigue desnudo y encima le sangra el pene. Nos ponemos guantes. (+)

(-) Mi compañera le agarra el catéter con todo el sistema hasta la bolsa colectora y lo tira al tacho mientras yo busco gasas para envolverle "eso". Miro la hora en el camino. Siete cuarenta y cinco. Pienso que los de la guardia que entra nos van a querer matar. (+)

(-) Le aprieto el pene, rogando que pare el sangrado. No lo hace del todo, pero merma. Dejo al paciente apretándoselo y seguimos la recorrida.
Cuando llegan los del domingo los recibo con un "No saben el regalito que les tengo". (+)

(-) Me pinto una sonrisa en la cara y se los dejo escrito para que se lo presenten a los cirujanos o a algún residente de urología si de milagro viene a ver a los pacientes que operó en la semana. Me voy sin dudar que ahora ellos me odian a mí. Duermo todo el día. (+)

(-) Sueño con penes podridos que me corren por los pasillos del hospital. Creo que no voy a poder volver a tener sexo por un buen tiempo.