Hubo una vez una ciudad sin sol. Una ciudad que había crecido a la velocidad de un tumor; hinchada, infecciosa y anárquica.
En #LaBrasaTorrijos de hoy, la ciudad amurallada de Kowloon, la ciudad más densa de la historia (y la ciudad de los dentistas piratas).
(HILO 👇)
En #LaBrasaTorrijos de hoy, la ciudad amurallada de Kowloon, la ciudad más densa de la historia (y la ciudad de los dentistas piratas).
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El urbanismo es, probablemente, la disciplina más importante de la arquitectura. Porque marca las relaciones del ser humano como miembro de ese constructo al que llamamos sociedad.
El urbanismo regula las longitudes y los anchos de las calles, la ocupación edificatoria y, por tanto, la altura de las construcciones. Y eso significa ordenar el soleamiento, el aire y la luz. Eso significa organizar la salud y, en definitiva, la vida de las personas.
Desde que el homo sapiens dejó de ser nómada y se convirtió en agricultor, los asentamientos humanos han necesitado de una cierta ordenación.
Obviamente, los primeros poblados apenas consistían en sencillas agrupaciones de casas más o menos próximas. Y su planteamiento tenía que ver, sobre todo, con las condiciones climáticas u orográficas del territorio sobre el que se construían.
Desde la antigua Grecia aparecen ejemplos de ciudades planificadas de manera perfectamente consciente. Y aún más desde la aparición de la Roma clásica, cuyo trazado urbano sostenido alrededor de dos ejes ortogonales ha marcado las ciudades occidentales hasta nuestros días.
La evolución del urbanismo como herramienta de ordenación social ha generado dibujos interesantísimos en las ciudades de todo el mundo. Uno de los más molones es la "Traza Italiana", el sistema de fortificación en estrella que apareció en el Renacimiento.
Así, a lo largo de la historia, las condiciones que han marcado el trazado urbano han sido múltiples: el aire y la luz, el acceso al mar o a un río, el tránsito rodado o peatonal, la defensa o la guerra.
Pero, ¿qué sucede cuando la única condición es que no hay condiciones?
Entonces sucede la Ciudad Amurallada de Kowloon.
Entonces sucede la Ciudad Amurallada de Kowloon.
La Ciudad Amurallada de Kowloon fue un fuerte militar chino –de ahí su nombre- desde su fundación en el siglo X hasta el final del siglo XIX, cuando el gobierno de China concluyó la cesión de los Nuevos Territorios de Hong Kong al Imperio Británico en 1898.
Los británicos tomaron posesión del enclave pero levantaron un edificio civil en su interior. Por lo demás, practicaron un estupendo ejercicio de dejación de responsabilidad.
El gobernador británico de Hong Kong prefería mantener la ciudad amurallada como reclamo turístico. Como «un trozo de la antigua China». Kowloon eran 2,6 hectáreas sin gobierno, autosostenidas y autorreguladas por sus escasos 500 habitantes que vivían en una anárquica armonía.
En 1933, y ante el desgobierno de la ciudad, las autoridades anunciaron la demolición del enclave, compensando a los habitantes con nuevas casas en la vecina Hong Kong. Antes de la 2ª Guerra Mundial, en Kowloon solo quedaba la muralla, una escuela y los edificios municipales.
Las cosas cambiaron dramáticamente tras la guerra. Durante la ocupación japonesa, el ejército del sol naciente había derribado la muralla reduciendo el antiguo fortín chino a un montón de escombros.
En 1947, tras la rendición de Japón, las autoridades chinas quisieron recuperar la vieja ciudad. En respuesta, una violenta revuelta terminó con más de 2.000 residentes de Hong Kong ocupando los terrenos de Kowloon y construyendo más de 500 casas, en su mayoría de madera.
Tres años después, y sin intervención ni regulación ninguna, la ciudad estaba coagulada por unas 17.000 personas en 2.500 chabolas. En ese momento, la densidad de población ascendía a unos 650.000 habitantes/Km2. Pensad que la densidad actual de Madrid es de 5.200 hab/Km2.
En enero de 1950, un incendió redujo a cenizas la mayoría de las casas de madera. La ciudad prácticamente comenzó de nuevo, pero esta vez lo iba a hacer con ladrillo y hormigón. Y lo iba a hacer mucho más a lo bestia.
Durante tres décadas, desde 1950 hasta 1980, la Ciudad Amurallada de Kowloon creció de manera incontrolada. Los edificios se agolpaban apoyados unos contra otros. Construidos unos encima de otros. Literalmente.
Los edificios se levantaban y se encajaban trabados como células explosivas. Multiplicándose sin gobierno y sin plan. Sin sol y sin aire. Sí, como un tumor.
En su cénit de población a principios de los 80, en Kowloon vivían más de 33.000 personas. La ciudad más poblada de la actualidad es Manila, con 43.000 hab/Km2. En 1983, Kowloon tenía una densidad de 1.270.000 hab/Km2
UN MILLÓN DOSCIENTOS MIL HABITANTES POR KM CUADRADO.
UN MILLÓN DOSCIENTOS MIL HABITANTES POR KM CUADRADO.
33.000 personas en el espacio de apenas cinco campos de fútbol. No del estadio; del césped. Constantemente. Cada día. 33.000 personas que bebían de pozos naturales y de ocho tuberías venidas desde Hong Kong.
33.000 personas apenas iluminadas por fluorescentes y por generadores eléctricos de gasoil.
33.000 personas desarrollando una economía al margen de la legalidad.
Si las autoridades no hacían nada por controlar el urbanismo de la ciudad, tampoco se dedicaban a hacer cumplir la ley. Así, esta zona de Kowloon estaba gobernada de facto por las triadas, que desplegaron una red criminal basada en el juego, la prostitución y el tráfico de drogas
Pero, claro, 33.000 personas no viven exclusivamente de las drogas y el juego. La zona amurallada de Kowloon también tenía sus restaurantes, sus tiendas de comida, sus peluquerías y sus bazares.
Con todo, el fenómeno económico más peculiar de la ciudad amurallada de Kowloon fue algo totalmente inesperado: la aparición de los dentistas piratas.
No es que fuesen con parche y pata de palo sacando dientes por allí, es que en las fachadas externas de la ciudad proliferaron las consultas de dentistas sin licencia, que atraían a habitantes tanto de Hong Kong como de China;
Los de Hong Kong iban por sus precios mucho más baratos que en el enclave británico y los chinos porque atendían a cualquier necesidad, no solo las más graves, que eran las que cubría la sanidad china.
He aquí una sonriente dentista pirata fotografiada por Greg Girard.
He aquí una sonriente dentista pirata fotografiada por Greg Girard.
Nombro a Girard, porque el fotógrafo canadiense de National Geographic recorrió la ciudad a finales de los 80, tomando imágenes de la vida entre la basura y las fachadas imposibles de la ciudad y publicó su trabajo en el formidable libro "City of Darkness".
Gran parte de las fotos del hilo son de ese libro y son abrumadoras, no solo por el monumental horror del urbanismo descontrolado que nos enseña, sino también por las fascinantes imágenes de la cotidianidad que, a pesar de todo, se abría paso en un mundo sin sol.
La ciudad amurallada de Kowloon era terrible. Era insalubre, oscura y deprimente. Era sucia y muy peligrosa. Era todo lo que una ciudad no debe ser. Pero también era fascinante; al menos desde la distancia.
De hecho, esta fascinación por la ciudad superpoblada llevó a un grupo de arquitectos japoneses a dibujar una detalladísima sección de Kowloon, que editaron en 1996 en el libro "El gran dibujo de Kowloon".
En 1987, tras varios intentos a lo largo de los años, y considerando que la situación era insostenible, los gobiernos chino y británico acordaron la demolición completa de la ciudad imposible de Kowloon.
La autoridad de Hong Kong dedicó unos 350 millones de dólares a compensar y realojar a los habitantes de la ciudad, si bien algunos de ellos no consideraron satisfactorio el acuerdo y tuvieron que ser desalojados por la fuerza entre 1991 y 1992.
En abril de 1994, después de un año de trabajos de derribo, la Ciudad Amurallada de Kowloon dejó de existir para siempre.
En la actualidad, el terreno donde se asentaba es un parque público. Un lugar verde, luminoso y tranquilo llamado Parque de la Ciudad Amurallada de Kowloon.
Un lugar donde nada recuerda a las tres décadas en las que allí, en ese mismo espacio, se levantaba una ciudad sin sol.
Un lugar donde nada recuerda a las tres décadas en las que allí, en ese mismo espacio, se levantaba una ciudad sin sol.
Y con esta bellísima imagen de Greg Girard de un avión escapando de las azoteas de la ciudad amurallada de Kowloon, despedimos #LaBrasaTorrijos de hoy.
Ya sabeis: si os ha gustado, hacedme un RT o un follow o invitadme a un bocata de calamares, que soy un tío guay.
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Nos vemos en un nuevo episodio el próximo jueves a la misma hora.
Y recordad que, como siempre, tenéis todos los capítulos de #LaBrasaTorrijos archivados en mi tuit fijado, que es este:
(Cierro HILO 👆)
Y recordad que, como siempre, tenéis todos los capítulos de #LaBrasaTorrijos archivados en mi tuit fijado, que es este:
(Cierro HILO 👆)
(Y en el próximo episodio, ya en pleno mes de la Navidad, nos lo vamos a pasar como críos en el parque infantil más chulo del mundo)
Fe de errores. La foto que he puesto del parque de Kowloon no es la del parque de la Ciudad Amurallada de Kowloon (aunque tiene una forma parecida y creo que también está en el barrio de Kowloon)
El parque auténtico es este que señala @viditocho
El parque auténtico es este que señala @viditocho
