Thread by @SdeStendhal

Vengo del dentista y estoy furioso. Vale que me pinchen anestésico hasta hacerme hablar como Fraga o que me apliquen ultrasonidos que desharían un cálculo renal de quinto de física, pero no tolero que se pasen la bioética y la ley por arco dental.
ABRO HILO

El Sol brillaba, los pájaros cantaban, los valencianosestandar.doc volvían del after y yo me dirigía al dentista para un curetaje dental (una limpieza de placa muy a fondo, para qué usar eufemismos) Llegué y esperé durante 40 páginas de un libro que no leo especialmente rápido.

Era mi turno y tenía prisa. Me senté en el sillón dental y prácticamente sin mediar palabra la dentista se dispuso a sacar su arsenal.
Pero uno, que es preguntón y desconfiado, se extrajo el tubo de succión dental de la boca (la aspiradora de saliva esa) y comenzó a disparar.

Le pregunté por el procedimiento exacto, por la anestesia, por las posibles complicaciones y por los cuidados especiales que debía seguir tras la intervención. Si por ella fuera, con el presupuesto iba que chutaba ¿pa qué quieres saber más? jaja salu2

Una vez sacié mi curiosidad volví a tumbarme y esperé a que pasara el mal trago resolviendo mentalmente el problema navideño de @Pedrodanielpg y alguno de @juliomulero que había dejado en mi memoria para ratos aburridos.

https://twitter.com/Pedrodanielpg/status/1077674441159655425

Entre problema y problema me quedé dando vueltas a que nadie me había dado nada a firmar... "será que este tipo de procedimientos no necesitan consentimiento informado" pensé.
Bien... se acerca la bestia.

La intervención acabó y tras enjuagarme por dentro y por fuera (gracias a la anestesia) me incorporé para despedirme, cuando de repente: "Perdona, tienes que firmarme esto".
Oh, sí... Era el consentimiento informado y yo estaba planteándome el orden causal de la realidad.

Y no es que sea un purista, pero me escuecen especialmente esos profesionales de la salud que usan los consentimientos informados como un escudo contra las posibles demandas de sus pacientes. La medicina defensiva, que se llama.

Pero antes, para los que no lo tengan del todo claro (y esto va también por algunos sanitarios) os contaré rápidamente qué es el consentimiento informado.

El consentimiento informado no es un "papelito", a veces se presenta por escrito en un papel, pero es algo bien distinto. El consentimiento informado es la forma que tenemos de asegurar que se cumpla uno de los principios básicos de la bioética: la autonomía del paciente.

Hace ya mucho tiempo que el rollito autoritario de los médicos pasó de moda (al menos en teoría) La llamada "medicina paternalista" en la que el médico decide por ti y hace y deshace sin que tú tengas voz ni voto es la caspa del sistema sanitario.

El consentimiento informado implica que el médico tiene que velar porque los pacientes entiendan en todo momento qué les ocurre, sus derechos y obligaciones, así como los posibles beneficios y complicaciones de un procedimiento para con ello, decidir sobre sí mismos.

A veces llega con explicarlo de palabra, no hacen falta papeles de por medio. Basta con una explicación sencilla y adaptada al nivel del paciente. Pero otras, en los casos más serios y complejos, hace falta plasmar todo bien claro y por escrito.

Incluso cuando el consentimiento informado se presenta por impreso es necesario que el médico lo explique (sí, hijo sí...) Y por supuesto que hay excepciones, pero pocas y espinosas. Es difícil que tú seas una de ellas.

Todo hay que decirlo,nuestro sistema sanitario no fomenta demasiado que el médico cumpla con su deber de preservar la autonomía del paciente. Es difícil asegurarse de que el paciente pueda decidir sobre su salud libre e informadamente cuando tienes 5 minutos para atenderle.

Pero bueno, que esto no viene de ayer. Los consentimientos informados existen a nivel legal desde 1947, con el código de Núremberg. Porque como aprendemos a palos, hizo falta ver los atroces experimentos de los nazis para empezar a velar por el bienestar de nuestros pacientes.

Sin embargo, fue a finales de los 70 cuando comenzó a coger peso ético. Nació el principialismo de T. L. Beauchamp y J. F. Childress que buscaba que toda práctica sanitaria se basara en cuatro principios fundamentales. Cuatro principios que vertebran la ética de un buen sanitario

Los cuatro principios fundamentales de la bioética son:
1-Buscar el mayor beneficio del paciente (BENEFICENCIA)
2-Causar el menor mal posible (NO MALEFICENCIA)
3-Dar a cada uno lo que merece (JUSTICIA)
4-Y, sobre todo, nuestra amiga la AUTONOMÍA.

Así de básico e imprescindible es un buen consentimiento informado. No debería tener un pase que sea yo quien le saque con sacacorchos la naturaleza del procedimiento que me va a aplicar, pero esto era más heavy.

Me lo estaban dando después de haber actuado, sin explicarme nada. Tan solo diciendo: "Perdona, tienes que firmarme esto" señalando en su tablet la segunda página de un documento, una página en la que solo estaba la firma y un trocito de texto. Pasé de cero a cien en un segundo.

Le dije que aquello era ilegal, pero sobre todo una falta de profesionalidad y de ética. Le dije que hay que entregarlo antes del procedimiento, con calma y tiempo para que el paciente lo lea. No cuando se va por la puerta y abriéndolo por la página donde tiene que firmar.

Le expliqué las implicaciones éticas, porque si no las conocía alguien tenía que explicárselas, y si las conocía merecía la turra, por no decir algún tirón de orejas legal. Pero, sobre todo, le espeté que jamás volviera a decir "tienes que firmar aquí".

No tengo ninguna obligación, precisamente se trata de eso. Tengo derecho a negarme, tengo derecho a negarme incluso después de haber firmado, por el amor de Fritz Jahr (padre de la bioética).

Se ofendió, por supuesto, pero poco tenía que decirme, si decido no firmarlo el puro se lo lleva ella, no yo. Porque esto es lo que pasa cuando usamos el consentimiento informado a la defensiva, que se puede volver contra nosotros por un paciente cabrón.

Así que le exigí que me dejara a solas para leerlo con calma. Fueron 5 minutos de los cuales dediqué 4 y medio a leer mi libro.

Firmé el consentimiento y me fui con una sonrisa bastante fea por la anestesia, pero satisfecho porque con el próximo paciente se lo va a pensar dos veces.