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La práctica del fútbol en nuestro país data de hace más de cien años. Allá por fines del siglo XIX se darían muchos nacimientos de clubes. Entre ellos, el @CARCoficial fue uno. En este nuevo #HiloCanalla, nos metemos de lleno en la historia: los primeros años de vida del Club.
Es un tema realmente bonito, ya que nos invita a bucear por las primeras páginas, no solo de nuestro querido Central, sino también del fútbol en la Argentina. Es que sí, nuestra propia historia, la auriazul, no está exenta de la propagación de este deporte en el país y la ciudad.
Y por consecuencia, debido a que hablamos de cosas que ocurrieron hace ya casi 130 años, mucha información, lamentablemente, escasea o directamente se perdió en el tiempo, lo cual hace difícil entender algunas cuestiones o saber a ciencia cierta qué pasaba en aquel entonces.
Pero, amén de eso, creo que es obligación de todo canalla conocer más a fondo nuestras raíces. Por eso, retrocedamos poco más de 150 años, precisamente a la Rosario de 1863, declarada ciudad algunos años antes (1852) en tiempos de la Confederación Argentina.
Por la geografía, la ciudad estuvo siempre ligada a la actividad portuaria. El río Paraná como uno de los principales afluentes del país además. Y navegando llegaría en ese 1863, el vapor llamado “Englishman” que, aparte de transportar personas, traería consigo rieles.
Sí, rieles para la construcción del ferrocarril. ¿Cuál ferrocarril? El Ferrocarril Central Argentino (FCCA), llamado en inglés Central Argentine Railway Company, ¿les suena, no? Ya podemos apreciar cómo todo se va enlazando pero aún queda mucho por ver.
No sería una empresa ferroviaria más. Fue el primer ferrocarril interprovincial del país con la vía principal más extensa. Su estación terminal se construyó en 1868 y para 1870 ya estaba lista. ¿Saben cuál? La Estación Rosario Central. Y así lucía en sus comienzos:
Con 396 km rumbo al noroeste hacia Córdoba, la misma se sitúa en Av. Wheelwright y Corrientes, a pocas cuadras del centro rosarino. Justamente fue el norteamericano William Wheelwright el encargado de la ingeniería y propietario del flamante ferrocarril.
¿Por qué resalto esto? Porque la pelota vino en buques y se propagó por los rieles hacia todo el país. Los impulsores de este bendito deporte fueron sus creadores, los que venían a dirigir y ejecutar las obras para la construcción de distintos ferrocarriles: los británicos.
Británicos que en su mayoría eran ingleses y escoceses. Los anglosajones comenzaron a asentarse en el país y, entre ellos primero, fomentaron su cultura deportiva. Quién diría que el juego de la pelotita terminaría moviendo multitudes algunos años después.
Basta con mencionar al escocés Alexander Watson Hutton, considerado el padre del fútbol argentino, quien llegó con la oleada inmigratoria de la época –precisamente en 1882- y fundó en febrero de 1893 la Argentine Association Football League, lo que sería la actual @afa.
Y Rosario no se quedaría atrás. Un 27 de marzo de 1867, nacería la institución más antigua de la ciudad y la segunda más vieja de todo el país: el por entonces Rosario Cricket Club, actualmente llamado Club Atlético del Rosario, la entidad de la divisa bordó y celeste.
Es importante resaltarlo porque dicho club sirvió de ejemplo para los que vendrían luego, entre los que se encontraba Central. Si bien, como su nombre lo dice, su deporte madre era el cricket, luego el fútbol se impondría, junto también con otros deportes como el rugby.
Sin ir más lejos, el primer partido de fútbol interclubes registrado en la ciudad, data del día 27 de junio de 1887 entre el CAR y el Buenos Aires F.C., en la victoria 2-0 de los rosarinos ante los porteños en la “cancha de los ingleses” donde hoy se sitúa el Colegio San José.
El @plazajewell, además, se consagró campeón de la Cup Tie Competition en 3 ocasiones ante elencos fortísimos de la época como lo fue el gran Alumni de los Brown, a quien le arrebató el título en 1902. Sin dudas, un pionero del deporte y del fútbol en Rosario y la región.
Pero en la zona norte de nuestra ciudad, a fines de 1880, la pelota también comenzaba a rodar…
En el viejo barrio de Talleres (nombrado así porque allí se encontraban los talleres del FCCA), en la zona de la Villa Sanguinetti y la Parada Castellanos, comenzaba nuestra historia.
Tras largas jornadas laborales en los talleres, obreros y funcionarios del ferrocarril se juntaban detrás de los galpones y en descampados para despuntar el vicio de la redonda. Rústicamente, sin reglas fijas, los primeros pelotazos y “picados” empezaban a darse.
Es ahí donde aparecen apellidos como los Green, Chamberlain, Mutton, Hooper, Mulhall, Simps, Wilkinson, Calder y varios más. Muchos de edad madura, otros tantos jóvenes, pero todos congregados para la práctica de un deporte que en 1889 se materializaría… para siempre.
Nos tenemos que remontar a fines de dicho año, entre los meses de octubre y noviembre, cuando esos mismos apellidos se juntaban en un desaparecido bar de la Av. Alberdi 23 bis (en aquel momento Av. Castellanos) con la idea –copas mediante- de formar un club de fútbol.
Esa idea fue de boca en boca entre los trabajadores, de uno en uno fue propagándose la noticia que en el mes siguiente se haría realidad. Y fue en ese mismo bar, mientras caía la tarde, que cerca de 70 personas se reunieron para darle forma a un proyecto.
Fue Thomas Mutton el impulsor formal del incipiente club, para el cual sugirió el nombre de Central Argentine Railway Athletic Club.
Aprobado y aclamado por unanimidad, prosiguió la conformación de lo que sería la primera Comisión Directiva de la historia.
Como presidente, se erigió la figura del escocés Colin Bain Calder, el más fogoso de los oradores aquella jornada. Secundado por el primer vicepresidente de la Institución, Thomas J. Hooper. De secretario iría C. Chamberlain. Así, la cúpula dirigencial estaba formada.
Y fue en ese mismo bar, más tarde devenido en el Colegio de los Talleres y hoy la @CARCFundacional, que en diciembre de 1889, en vísperas de Navidad, daría luz a la pasión de toda una ciudad, a una locomotora que comenzaba a transitar una vía interminable…
Ese 24 de diciembre, fecha mitológica y hasta quizás simbólica, el flamante Central Argentine ya estaba en marcha. Pero claro, era necesaria la tenencia de un campo de deportes para llevar a cabo la práctica de la actividad física.
Es por eso que los señores W.O. Lucas y T.G. Russell –altos funcionarios del FCCA y a la vez miembros del Club- gestionaron, a pedido de Calder, unos cuantos mts2 de tierra para moldear el primer field entre los portones 3 y 4 de los talleres de la Estación Rosario Norte.
Más específicamente al este de la rotonda Ing. Gualberto Venesia y la Plaza Della Paolera, por detrás de las torres Dolfines, aproximadamente donde se encuentra el Albergue Municipal “La Casona”. En ese terreno se ubicó nuestra primera “cancha”.
Para quien desee, dejo el enlace al hilo sobre el Gigante de Arroyito, donde repaso con más detenimiento la historia de las distintas canchas que tuvimos a lo largo del tiempo.
¿Y los colores? Según parece, los primeros fueron el rojo y el blanco, al menos para identificar a los jugadores. En la camiseta, posiblemente estuvieron dispuestos en cuadros grandes, como se ve en la foto. Sin embargo, no hay un motivo o registro exacto. Y quizás nunca se sepa.
Una vez creado el Club y conseguido el campo de deportes, faltaba lo primordial, el famoso “bautismo de fuego”.
El mismo, paradójicamente, no se daría en tal field sino un poco más alejado de esa locación, pero repasemos esa historia.
Como no era fácil encontrar rivales para medirse, todas las mañanas H.J. Mulhall (integrante de la CD) buscaba en los muelles del puerto alguna tripulación que estuviera dispuesta a enfrentarse al novel equipo. Hasta que, por fin, dio con su cometido.
Anclado en el Muelle de Comas, a pocos metros de la ex Bajada Grande (hoy Bajada Sargento Cabral), se encontraba un buque británico (se cree que era de guerra) llamado Beagle.
Mr. Mulhall acordó con los marineros que en las inmediaciones disputarían un encuentro.
No hay un lugar exacto donde se haya jugado ese partido, en las fotos algunas aproximaciones, lo cierto es que en mayo de 1890, quedaría registrado nuestro primer partido de la historia, de carácter informal pero que daría inicio a la actividad futbolera en el Nuestro.
Los 11 de aquel partido fueron, integrando el famoso 2-3-5: M. Barton; J. Postell y G. Camp; J. Muskett, J. Barton, T. King; L. McLean, T. Muskett, M. Green, L. Mac Intock y H. Hooper. Ante una presencia de alrededor de 40/45 personas, el cotejo finalizó en empate 1-1.
Días más tarde, tuvo lugar la revancha y la victoria sería de los players del Central Argentine por 2-1. Lo que sucedería luego, quedaría en las memorias y retinas de aquellos inmigrantes y criollos de fines del siglo XIX que, por pura diversión, jugaban su “football”.
¿Por qué digo esto? Hay una especie de “bache” entre ese 1890 y 1903 donde, lamentablemente, parece no haber registro alguno de los hechos que sucedieron. Es que está claro, son cosas que pasaron hace casi 130 años, la poca documentación que hay es la anterior mencionada.
Sin embargo, hay indicios que nos dicen lo que probablemente ocurrió: Central en aquel entonces era un club exclusivo del ferrocarril, por Estatuto era abierto solamente para los empleados o funcionarios del FCCA, quienes eran los pocos socios que tenía en ese primer momento.
Al estar nucleado, entonces, para esas personas, dentro del mismo club comienzan a vislumbrarse ‘equipos’ pertenecientes a los distintos talleres o zonas de trabajo, que protagonizaron una suerte de torneos internos dentro del Club. Un ejemplo es el team de la foto:
Y aquí es importante mencionar a Thomas Hooper, vice del Club, quien se encargaba de ir galpón por galpón, taller por taller, invitando a practicar el fútbol que se estaba gestando cada vez más. Sobre todo entre los obreros criollos de la empresa, los más entusiastas del deporte.
Hooper, inglés de Newcastle upon Tyne, nacido en 1854, tuvo la particularidad que nunca aprendió a hablar un español fluido. Sus únicas palabras eran referidas al fútbol. Es por eso que se lo recuerda pregonando, con alguna dificultad, “muchachos, hoy pata-bola”.
Los primeros jugadores, por consecuencia, eran denominados “los muchachos de Thomas Hooper”, quien se radicó para siempre en Rosario cuando su meta era finalizar las obras y volver a sus tierras. Hasta sus hijos se dieron el lujo de ser parte de los primeros equipos del Club.
Basta con imaginar lo que eran esos años. Años también difíciles ya que todo costaba mucho. Si bien la empresa aportó lo suyo, no alcanzaba. Implementos para el fútbol escaseaban y el gasto era apreciable. Aspectos que nos definieron desde un principio: trabajo y dedicación.
Como siempre se dice, nada nos vino de arriba. Pero el amor por el deporte mismo, esa característica amateur, no privaba a aquellos pioneros de darse el gusto por engrandecer al Club, a su club, cada día más. De cada salario correspondían algunos centavos a su flamante creación.
Así fueron transcurriendo los años. El fútbol, por las grandes hazañas protagonizadas por el viejo Atlético, tomaba aún más impulso, dejando de lado al deporte madre de los lords británicos por aquellos tiempos: el cricket. Y Central también tiene su historia con respecto a eso.
Es cierto que Central fue fundado para ser un club exclusivamente de fútbol, pero la denominación de “Athletic” cubría un espectro más grande. El cricket, según algunos registros, tuvo lugar en RC pero por un período corto de años y era practicado por británicos solamente.
Es más, es posible que haya sido una especie de ‘deporte amateur’ como lo puede ser hoy el vóley, básquet, futsal y demás, mientras el fútbol era el deporte principal de la entidad. Como dije: no hay registros completos sobre el pasado y es difícil determinar algunas cuestiones.
Sin embargo, el fútbol era ya el deporte dominante a nivel local y nacional. Lo que empezó siendo para unos pocos, terminaría convirtiéndose en popular, como Central mismo, que en ese entonces era apodado “Talleres” por la zona donde fuera fundado y tuviera mayor afluencia.
Y sobre esto último vale la pena mencionar que, debido al auge del sistema agroexportador, muchos terrenos baldíos donde se hallaban pequeños “ranchos” terminarían siendo grandes barrios habitados por inmigrantes de distintas etnias, en su mayoría la italiana y española.
Los llamados “suburbios del norte” lograrían ser toda la parte industrial rosarina. Nombres como Embarcaderos, Molinos, Aguas Corrientes serían los hoy Arroyito, Industrial, Alberdi, Refinería (este último debido a la Refinería Argentina del Azúcar fundada justo en 1889), etc.
Es decir, barrios de perfil obrero. Es en toda esa zona donde nació y creció el Nuestro. Es, también, cuando apellidos como los Díaz, los Perazzo, los Acosta, los Molina, los Blanco, los Ginocchio, etc. empiezan a tomar fuerza bien a fines del siglo XIX y principios del XX.
Por consecuencia, ya en un nuevo siglo, sucedería un cambio muy importante: en 1902 se produce la fusión del Central Argentine Railway con el The Buenos Aires and Rosario Railway, que traería consigo gran cantidad de obreros desde los talleres bonaerenses de Campana y San Martín.
Aquellos llegados desde Buenos Aires, muchos criollos, rápidamente se unieron al Club y la masa societaria creció, llegando a alcanzar más del centenar de inscriptos. Aunque fueron esos mismos criollos los que varias veces se cruzarían con los británicos: la paz no reinaba.
Ya en 1903, la figura de Michael H. Green -mejor conocido como Miguel- dirigente y delantero del equipo, sería de vital importancia para el futuro inmediato. Fue él mismo quien vio como gran posibilidad, por la masificación del fútbol, popularizar + el Club por fuera de las vías.
En una asamblea de ese mismo año, Miguel Green propuso 2 cosas claves: que el club sea abierto para todo aquel que quisiera pertenecer al mismo, que dejara de ser exclusivo para asociados ferroviarios; y castellanizar o “acriollar” el nombre de la joven institución.
La primera de ellas fue aprobada, aunque no fue del todo beneficiosa, ya que los nuevos socios no tendrían voz ni voto y deberían abonar la suma de $5, que para la época era un dinero considerable. La segunda propuesta tendría sus matices que serían conciliados.
Un grupo, el más conservador, quería mantener el nombre en inglés. Otro, el de los arribados desde Buenos Aires, proponía el nombre de Club Atlético Central Rosario. Green, para igualar posturas, sugirió el definitivo: Club Atlético Rosario Central.
La moción fue aclamada con gran entusiasmo y la decisión ya estaba tomada. Se supone, casi con seguridad, que tal nombre fue tomado de la estación cabecera del FCCA, sí, de la Estación Rosario Central. Un homenaje para nuestras raíces ferroviarias que quedará para la eternidad.
Aunque ese año importantísimo para el Club, también nos marcaría para siempre. Ya bajo la presidencia de H.J. Mulhall, Rosario Central jugaría su primer partido oficial en la historia. El mismo sería ante su “mentor”, ante el primer rival rosarino, el Atlético del Rosario.
En julio de 1903, un día 26, y por los 4tos de Final de la Copa Competencia Chevallier Boutell -una copa binacional AFA/AUF creada en 1900 de la cual el Rosario Athletic ya había sido el campeón el año anterior- Rosario Central haría su debut oficial por campeonatos organizados.
Los 11 ese día serían: Zenón Díaz como arquero; R.M. Jackson y G. Stalker los backs; C.H. Nissen, A. Postel y Julio Cantón integrarían la línea media; mientras que los wines y centro-forwards serían Miguel Green, F. Worthley, Armando Ginocchio, W. Kellard y Federico Pupplet.
Sin embargo, el resultado no fue el esperado. La derrota por 5-0 sufrida ese día, bien podría significar el gran poderío de un club avanzado, con varios años encima y que llegaría a la Final (y repetiría el galardón años posteriores). Pese a eso, lejos se estuvo de abandonar…
En 1904, bajo la presidencia de R.M. Jackson (quien fuera el capitán del primer partido oficial), por la misma competencia nos volveríamos a cruzar las caras. También por los 4tos de Final y también en la Plaza Jewell. Fue un 17 de julio, ante mil personas y a las 14.30 hs.
Esta vez, la derrota sería menor. Un 2-0 quizás trabajoso para el elenco que sería el ganador de esa edición derrotando en la Final al, atención, Central Uruguayan Railway Cricket Club. Sí, el famoso @OficialCAP tendría un origen muy similar al Nuestro. Los trenes y el fútbol...
Y aquí los 11 ese partido: Zenón Díaz, otra vez de portero; E. Muskett y Julio Cantón; E. Darch, C.H. Nissen y A. Postel; Federico Pupplet, Daniel “Danny” Green, Víctor Germán Heitz (sería el primer presidente del @CANOBoficial), W. Kellard y Miguel Green.
No podía dejar pasar tampoco esta foto de uno de los primeros equipos de #RosarioCentral, del año 1903/04 y que es, a la vez, de las más conocidas.

Arriba: W. Kellard, E. Darch, Welk, C.H. Nissen, C. Thompset y J. Cantón

Abajo: Stidock, Westel, A. Postel, Z. Díaz y D. Green.
Finalizando este largo hilo, que espero no haya sido muy tedioso, debo mencionar que Central fue uno de los clubes fundadores y miembros de la Liga Rosarina de Football creada el 30 de marzo de 1905, la 2da liga más añeja de la Argentina y la primera del Interior.
Desde entonces, a Rosario llegaría el fútbol organizado y consigo las primeras competencias, como la Copa Santiago Pinasco que, en 1907, pasaría a llamarse Copa Nicasio Vila, constituyendo el trofeo al ganador de la 1ra División rosarina, y el anterior, al de 2da División.
Es decir, oficialmente desde 1903, el @CARCoficial hace culto al deporte por el cual fue ideado por sus primeros socios fundadores. Más de un siglo jugando a la pelota ininterrumpidamente. De los clubes más viejos del continente que mantiene como actividad principal el fútbol…
Todo lo que sucedería luego, es historia conocida. Ojalá hayan podido entender y conocer aún más las raíces de nuestro centenario club. Que no todo comienza en 1939 con el ingreso a AFA. Que tipos como Green, Hooper, Calder, son los que armaron esta locomotora azul y oro.
Que para cada cosa hay un inicio, y que sin él, hoy no seríamos lo que somos. Por eso debemos conocer y valorar nuestra historia, porque es eso, historia misma, nuestra idiosincrasia, nuestras raíces, lo que nos representa. Gracias, donde estén, por crear esta pasión… eterna.
¡Fin del hilo!
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