Hamás estaba a punto de aceptar un acuerdo duradero con Israel y de repente comenzó a lanzar cientos de cohetes y misiles de manera indiscriminada, provocando varios heridos. ¿Por qué?
Hilo va.
Hilo va.
Hamás tiene interés en llegar a un acuerdo, pero necesita venderlo ante su público como una victoria militar. Los ataques son una manera de presionar a Israel para que acepte sus condiciones.
Si le sale bien, gana. Si le sale mal e Israel lanza una operación de represalia a gran escala, también gana. Una guerra contra Gaza, ademas de causar destrucción y sufrimiento, llamaría la atención de todos los medios de comunicación.
Se trata de una organización terrorista que hace dos décadas se especializaba en atentados suicidas contra civiles. No tiene que extrañarnos que en su locura suicida arrastre ahora a toda la población de Gaza.
Una guerra contra Israel, con todas sus consecuencias, le daría a Hamás toda la legitimidad para exigirle a la comunidad internacional la reconstrucción de Gaza y la inversión en infraestructuras.
Por otro lado, Israel tampoco tiene interés en comenzar una operación militar en Gaza. Y Hamás lo sabe. Hace 4 años, Israel entró en Gaza para destruir los túneles que usaban los terroristas para infiltrarse en territorio israelí.
Esta vez es diferente. No hay un objetivo claro, y entrar a Gaza le puede costar a Israel demasiado caro. Tampoco hay un interés real en derrotar militarmente a Hamás por el temor de que el vacío de poder sea ocupado por grupos aún más extremistas.
Por tanto, si los ataques con misiles logran mejorar el acuerdo de cese el fuego, Hamás gana. Y si arrastran a Israel a una operación militar, también gana. Básicamente porque Hamás no tiene mucho que perder.
¿Qué va a suceder entonces? En este momento estamos igual de cerca de un acuerdo a largo plazo que de una guerra a gran escala. Ojalá que los políticos estén a la altura de las circunstancias y no piensen solamente en las elecciones del año que viene.
Fin del hilo.
Fin del hilo.
